¿Cómo narrar un fenómeno tan movedizo como la migración? En Migrantes de Otro Mundo, un equipo de más de 40 personas (incluyendo periodistas, editores, camarógrafos, traductores…), en 14 países, logró investigar la historia oculta de los migrantes provenientes de Asia y África que atraviesan América Latina.
Migración. El tema se discute en todo el mundo. Ha aparecido en discursos nacionalistas y de extrema derecha: en Reino Unido con Brexit, en Estados Unidos con Donald Trump, en Brasil con Jair Bolsonaro, en India con Nerendra Modi, entre otros movimientos políticos. Entonces, ¿cuál es la mejor manera de narrar un proceso tan movedizo que tiene múltiples puntos de origen y destino?
Migrantes de Otro Mundo es un proyecto periodístico transfronterizo que propone lo siguiente: “Por su naturaleza andariega, la migración es la historia que sólo se puede contar bien en forma colaborativa, desde las visiones y las sabidurías de múltiples colegas y sus medios”.
Este trabajo descubrió un proceso de migración que había permanecido casi invisible, incluso en los informes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y lo hizo a través del periodismo local, y la capacidad de colaboración y alianzas con medios en la región.
El proyecto cuenta historias de habitantes de Asia y África, que deciden tomar una ruta de entre 10 y 15 mil kilómetros hacia América Latina y, una vez ahí, atraviesan múltiples países con destino a Estados Unidos y Canadá.
En total, 24 medios de comunicación y organizaciones en 14 países se unieron al proyecto, lo que resultó en una colaboración de más de 40 periodistas y editores, videógrafos, fotógrafos, programadores y desarrolladores, diseñadores y artistas. La historia final se publicó en español y portugués, los dos principales idiomas del continente, pero también en inglés y francés.
“No todos los que colaboraron publicaron una historia final con su propia firma, y no todos los que escribieron una historia necesariamente participaron en la creación de los datos, las estadísticas”, dice María Teresa Ronderos, fundadora y directora del Centro Latinoamericano de Periodismo de Investigación (CLIP), quien lideró el proyecto.
En la página del proyecto, la historia se cuenta a través de cinco capítulos para ilustrar las realidades de los viajes de migrantes y refugiados a través de América Latina, detallando lo que encuentran, y describiendo los impedimentos que los gobiernos y otros grupos del crimen organizado ponen frente a ellos. Traza un mapa de las muertes y desapariciones de migrantes en estas rutas y muestra cómo las restricciones de viaje del gobierno han ayudado a crear un enorme mercado negro, plagado de corrupción, coyotes y trata de personas, en el que se cobra a las personas miles de dólares en cada etapa del viaje.
La investigación reveló datos inéditos. Por ejemplo, cada año aproximadamente entre 13,000 y 24,000 personas asiáticas y africanas hacen este recorrido. La cifra se construyó a través de las estadísticas oficiales y solicitudes de información de los países que integran la alianza periodística. También descubrió que los flujos migratorios provienen de Camerún, India, República Democrática del Congo, Bangladesh, Angola, Sri Lanka, Eritrea, Nepal, Pakistán, Ghana, Guinea y Mauritania.
A través de cinco capítulos, el proyecto ilustra cómo son los recorridos por América Latina que siguen estos migrantes y describe los impedimentos que la mayoría de los gobiernos y otros grupos despliegan en su contra. Mapea las muertes y desapariciones de los migrantes en estas rutas y muestra cómo las prohibiciones gubernamentales han contribuido a crear un enorme mercado – lleno de corrupción, coyotes y tráfico de personas– que cobra los viajes en miles de dólares.
Ordenar las piezas de un rompecabezas global
Un taller sobre migración impartido en 2019 por María Teresa Ronderos marcó el inicio de esta historia. En el taller salieron los primeros indicios del proyecto y María Teresa comenzó a indagar: encontró historias particulares (noticias sobre situaciones dramáticas o registros de muertes), pero faltaba un panorama completo. Nuevas preguntas surgieron: ¿quiénes eran estas personas?, ¿por dónde entraban?, ¿de dónde venían?, ¿por qué viajaban?, ¿a dónde iban?
“Vi que había un vacío. Vislumbraba una historia bellísima que era perfectamente invisible. Le habían mostrado al lector pedacitos, piezas de un rompecabezas, pero no se veía cuál era toda la figura”, cuenta María Teresa.
A partir de esa intuición comenzó a trazarse un plan. El primer paso fue buscar socios dentro y fuera de América Latina con el objetivo de crear alianzas con medios en puntos clave de la historia. El acuerdo fue que cada medio colaboraría con recursos propios dentro de sus posibilidades –recursos como viajes, viáticos, tiempo de reporteo y edición– y, si fuese necesario, CLIP proveería apoyo extra. También se buscó apoyo de organismos internacionales como OCCRP, Fundación Avina, Seattle International Foundation, entre otras.
El arranque oficial fue en septiembre de 2019, con una reunión presencial en México. Para esa primera reunión ya los equipos estaban armados y los reporteros habían empezado a investigar sobre la situación de sus respectivos países.
“Ahí trazamos un método: definimos las líneas de trabajo, los tipos de datos que buscaríamos, hicimos un taller de entrenamiento de seguridad digital y firmamos condiciones [como respetar la fecha de publicación, dar el crédito correspondiente, aceptar que CLIP hiciera sugerencias de edición y de verificación de datos, y asumir la responsabilidad editorial y legal de lo publicado]”.
Tras la reunión, los integrantes del proyecto trabajaron nueve meses. En este tiempo los equipos en 14 países rastrearon historias y viajaron para hacer reportajes. El objetivo central fue recoger información. Meses después, en diciembre –a través de una segunda junta, esta vez digital– comenzaron a perfilarse 30 posibles historias y se construyeron bases de datos.
Rondero explica que conseguir los datos fue un obstáculo importante por diversos motivos: no había registro suficiente sobre estos migrantes, faltaba transparencia/acceso a las cifras, las fuentes oficiales cambiaban los datos o cada país media con diferentes criterios. Al final, CLIP construyó bases de datos a partir de consultas online de los socios en bases de datos públicas (es decir, solicitudes de información nacionales), Freedom of Information Acts (FOIAs), e informes publicados por organizaciones. Para sistematizar los datos obtenidos se utilizó el programa Excel y para analizar los datos la plataforma Tableau.
En marzo, comenzó el proceso de edición: de los borradores propuestos en la fase pasada, las historias que no funcionaban se descartaron y las que fueron publicadas tuvieron mínimo cinco revisiones en las que se anotaban dudas, consultas y se pedían verificación de datos. Para las historias individuales, cada medio editó su propio texto considerando las sugerencias de CLIP y, para las historias comunes, CLIP editaba, asegurándose de que los socios revisen que esté ajustada a sus hallazgos.
Además de las reuniones generales, hubo reuniones cada vez que se consideraban necesarias: a veces en subgrupos para historias particulares, otras por seguimiento o para revisar avances. Durante todo el proceso, explica Rondero, hubo una comunicación constante, a través de plataformas de trabajo y chats.
En total, los participantes del proyecto trabajaron durante nueve meses para buscar las historias, reportear, crear bases de datos desde cero y contenido multimedia como fotos, ilustraciones, videos e infografías.
Humanizar la migración
“El proyecto es relevante porque se trata de una migración que había pasado oculta, aunque es paradójico que esté oculta cuando por sus propias características estos migrantes no pasan desapercibidos”, explica Alberto Pradilla, reportero de Animal Político, uno de los medios mexicanos aliados del proyecto. “Es un fenómeno que ya no se podía esconder más”.
Las historias sobre migrantes resuenan en todo el mundo. Alberto cuenta, por ejemplo, que cubrir un naufragio en México lo llevó a pensar en los cientos de migrantes y de solicitantes de refugio africanos que mueren cada año en las costas mediterráneas. En su perspectiva, se repetía la tragedia de migrantes africanos ahogados por leyes injustas que no les permiten escapar de lugares llenos de violencia y/o pobreza. Aunque el fenómeno es mundial, las narrativas para tratar la migración suelen cargar prejuicios o estar incompletas: unas utilizan la criminalización, otras el asistencialismo y unas más hablan de invasiones y crisis.
Al hablar de migración, el reto del periodismo es lograr que las audiencias entiendan el fenómeno como un proceso mundial en el que se tejen historias humanas. Es decir, mostrar que el tema no se reduce sólo a cifras, ni a tragedias aisladas, tampoco a discursos nacionalistas que generan otredad, ni a estrategias políticas binacionales.
“Queríamos mostrar que las personas que migran son seres humanos como nosotros, que todos hemos tenido sueños, todos hemos viajado para buscarnos y tener un futuro mejor. Eso es lo que hace esta gente”, explica María Teresa sobre las historias que construyen el proyecto. “Entonces, ¿por qué se están poniendo estas barreras y los estamos tratando con un enorme racismo, una enorme xenofobia?, ¿por qué existen tantos miedos construidos artificialmente si son iguales a nosotros?”
El humanizar a los migrantes se logra, al menos en la opinión de Eileen Truax, periodista especializada en migración y política. Para ella uno de los mayores aciertos del proyecto es la presentación de la información porque logra conectar con el lector.
“Este trabajo logra tejer de manera muy fina datos con historias y presenta todo de una manera muy efectiva: le da al lector una enorme claridad de cuál es la distancia, el esfuerzo y las condiciones en las que viaja una persona que hace ese tipo de ruta”, explica.
“En Latinoamérica estamos acostumbrados a la ruta que sale de Centroamérica hacia Estados Unidos, pero ver la pequeñez de esa ruta en comparación con alguien que viene de Asia o África es impresionante. Esto lleva a la audiencia a pensar ¿qué tiene que estar pasando en un país para que tú estés dispuesto a hacer todo esto para salir? Y esa es la clave para empezar a entender la migración”.
Lecciones del proyecto: ¿Cómo construir una colaboración periodística transfronteriza?
Para María Teresa, existen puntos clave para construir una investigación colaborativa. El punto más importante es apostar por un periodismo que muestre un panorama más amplio: “En muchas colaboraciones cada uno hace la historia de su país que le interesa su público. En este proyecto empezamos a entender que la verdadera colaboración tiene que ser más radical: no puede ser ‘yo hago mi historia’ porque al final terminas con una historia local, se tienen que lograr historias realmente transfronterizas”.
Con esto en mente, recomienda lo siguiente:
- Armar un equipo que tenga conocimiento básico o especializado sobre el tema a cubrir. Es crucial que los participantes sientan pasión por el tema ya que los proyectos son largos y requieren constancia, sobre todo cuando la información se construye desde cero, es decir, cuando no proviene de un leak (por ejemplo, Panama Papers).
- Sistematizar los ejes de la historia. Cierta información –sobre legislación, estadística, fuentes judiciales o policiales, etc.– debe ser recopilada para todas las historias. Paralelo, se debe dejar libertad y flexibilidad para que los socios involucrados puedan buscar historias particulares.
- Organizar un espacio en donde se pueda compartir información. Puede ser desde Google Drive hasta plataformas más sofisticadas. Es importante tener buenas prácticas de seguridad (ej. claves que mezclan números, símbolos y cifras o sistemas de encriptación)
En Migrantes de Otro Mundo se contaba con La Vecindad –creada por Rigoberto Carvajal, arquitecto de datos de CLIP –, una plataforma encriptada que integra funcionalidades como las del Drive, GoogleDocs, Trello y Slack. Es decir, en este espacio se pueden subir documentos, editar textos/tablas, monitorear el flujo de procesos editoriales y comunicarse, manteniendo condiciones óptimas de seguridad. La Vecindad está disponible para los proyectos en los que CLIP es socio y también existe la posibilidad de abrir su uso a otros grupos que quieran colaborar a través de fronteras.
- Seleccionar historias que reflejen temas clave. Cuando el reporteo ya esté al 90%, es importante tener una reunión para debatir y proponer las historias del proyecto, a partir de ese punto se comienzan a escribir borradores. La clave es que cada una de las historias reflejan una situación o un problema que ayude a comprender mejor el tema que aborda el proyecto.
- Buscar financiamiento adicional. Formar alianzas con organizaciones que financian proyectos periodísticos importa porque estos recursos sirven para cubrir gastos que no pueden cumplir los medios participantes. El objetivo es no excluir a nadie por temas económicos.
- Trazar una estrategia de visualización y storytelling. Las historias deben tener narrativas novedosas y lograr despertar el interés de la audiencia, también conectar con el lector al transmitir emociones universales (como la angustia o el deseo de buscar un mejor futuro).
“Con este proyecto queríamos que, al lector, más allá de su filosofía o posición política, le llamará la atención el tema. Por eso, al inicio aparece el mapa con los viajes, los pájaros y pescados… la idea era salir del relato tradicional de ‘a los migrantes hay que mantenerlos afuera’ o ‘los migrantes son buenos y maravillosos’”, explica María.
Mariana Limón es una periodista independiente mexicana que escribe sobre género, globalización, derechos humanos y cultura pop, entre otras historias. Está particularmente interesada en las comunidades digitales y las nuevas narrativas. Ha escrito para Vice, GQ y Chilango.com.