Los vecinos de Asunción, Paraguay, se alarmaron cuando abrieron 36 estaciones de servicio entre enero de 2021 y junio de 2022, un ritmo de aproximadamente dos mensuales. Era difícil ignorar la apabullante cantidad de nuevas estaciones de gasolina. En comparación, la ciudad de Los Ángeles, que tiene ocho veces la cantidad de habitantes y es doce veces más grande, aprueba un promedio de dos nuevas cada año.
Se ha demostrado que no es saludable vivir cerca de una estación de servicio. Algunos riesgos provienen de las emisiones de ozono que causan los gases de la gasolina y las filtraciones de hidrocarburos amenazan a los acuíferos. Los ciudadanos inquietos acudieron a las autoridades y los medios de comunicación, pero tan sólo una plataforma hizo seguimiento a sus preocupaciones con una investigación exhaustiva.
El Surtidor (apodado el El Surti), es un innovador medio de comunicación que nació en 2015 y ha ganado múltiples premios. Es uno de los ejemplos más creativos de periodismo investigativo del siglo XXI, con un estilo visual fresco, ingeniosas aproximaciones investigativas, atractivas actividades para lograr la participación de la audiencia y robustas soluciones de sostenibilidad.
Desde su inicio, El Surti ha procurado apelar a una audiencia joven. “En los medios no se hablaba necesariamente de desigualdad de género, no se hablaba de la crisis climática como tal, pues de hecho los dueños de estos medios de comunicación están ligados a industrias contaminantes, no se hablaba de desinformación como un fenómeno, no se hablaba de fact-checking, entonces vimos una posibilidad en internet de crear nuestro propio medio de comunicación que se dirija principalmente a las audiencias más jóvenes”, dice Jazmín Acuña, cofundadora y directora editorial.
“Pero notamos que sería muy difícil competir por la atención de estas audiencias jóvenes que estaban en Facebook en ese entonces. La competencia por su atención era enorme. Nos preguntamos cuál sería la mejor manera de comunicarnos con estas audiencias y elegimos el formato que llamamos ‘periodismo visual’, que es la combinación de reportería original con imágenes que tomamos de cómics, películas, series, memes, etcétera”, añade Acuña.
La mayoría de los miembros fundadores de la organización tienen un trasfondo en diseño gráfico e industrial, en lugar de periodismo. Esto les permite explorar una forma de narrar la información más centrada en lo visual y también les ha enseñado una estrategia diferente de administrar proyectos.
“Al ser un poco ‘outsiders’ pudimos romper algunos paradigmas sin siquiera darnos cuenta”, dice Alejandro Valdez, cofundador y director de Memetic.Media, la organización que cobija El Surti, su proyecto de verificación de datos La Precisa , el proyecto cultural con base en Asunción Fotociclo, el taller visual de periodismo Latinográficas, el proyecto de colaboración periodística el Laboratorio, y Fábrica Memética, un proyecto de sostenibilidad dirigido a crear piezas de comunicación para clientes de organizaciones no gubernamentales.
“El tipo de pensamiento que se llama diseño de producto, muy basado en la metodología proyectual del diseño, es algo que venimos aplicando desde el inicio”, explica Valdez. “Implica mirar hacia el futuro y seguir unos pasos para tratar de mitigar la incertidumbre de cómo va a funcionar algo que todavía no está hecho. Eso implica escuchar y entender el contexto. A partir de eso en términos de diseño se hace una propuesta que sea verdaderamente útil en términos periodísticos nuestros a las comunidades que servimos”.
Los medios de comunicación tradicionales debieron adaptarse cuando su audiencia pasó de consumir prensa escrita, radio y televisión a portales de internet. Ahora, están esforzándose para enfrentar el más reciente cambio: los jóvenes abandonan los portales de noticias y cada vez consumen más prensa mediante redes sociales. Al tiempo que estos medios tradicionales se quejan de una “crisis del periodismo” con cada nueva transformación en el ambiente digital, El Surti prospera en un ambiente contemporáneo de redes sociales y cambios veloces.
En El Surti, el planear cómo presentar una historia no es algo que suceda luego de la etapa de reportería: es un proceso que inicia cuando se propone la idea para una historia: “Instagram por ejemplo te permite hacer carruseles y ahondar más en el texto. No necesariamente en Twitter, porque ahí solo podemos publicar una imagen y el texto es más corto. Todo se adapta. No hacemos un contenido de cero para cada red social, lo pensamos como un rompecabezas que uno va armando”, añade ella.
Acuña dice que Instagram es la red social con la que El Surti se siente más cómodo publicando, porque permite que las historias se presenten con más profundidad, es un medio eminentemente visual, y el tono de las discusiones es más abierto y receptivo que el ambiente hostil de Twitter. También dice que Instagram realza las organizaciones periodísticas, mientras Twitter tiende a girar en torno a periodistas individuales.
Enfrentando las estructuras de poder
Cuando El Surti recibió las quejas sobre la enorme cantidad de nuevas estaciones de servicio (en algunos barrios residenciales había tres estaciones en un radio de 100 metros), Maximiliano Manzoni, uno de los periodistas de investigación de El Surti, ya estaba siguiendo las señales de advertencia. Un conglomerado de negocios propiedad de Horacio Cartes, ex presidente de Paraguay que también es el líder del partido mayoritario Colorado, hacía poco había presionado para eliminar regulaciones ambientales que regían sobre las estaciones de servicio. Estas reglas protegían al acuífero Patiño, en el subsuelo de Asunción, y limitaba cuántas estaciones nuevas podían construirse cerca a escuelas y hospitales.
La Corte Suprema de Justicia de Paraguay, en la que la mitad de los magistrados fueron nombrados por el ex presidente Cartes, declaró inconstitucionales las regulaciones porque violaban la libre empresa. La puerta quedó abierta para la ola de nuevas estaciones de servicio en Asunción.
Aunque El Surti no fue el primer medio que reveló los cambios en las regulaciones o la decisión de la Corte Suprema, sí analizó el impacto directo que la decisión tuvo sobre Asunción. Cuando el gobierno de la ciudad, que estaba liderado por un aliado de Cartes, no le proporcionó a El Surti información de qué compañías estaban construyendo las estaciones, el equipo debió diseñar su propia metodología. El equipo cruzó la información geográfica catastral con los permisos ambientales otorgados por el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible. En una respuesta a un derecho de petición que de otra manera habría sido inútil, el equipo encontró patrones de la lista de números de registro municipales que recibieron de la municipalidad de Asunción.
“Las respuestas ni siquiera nos daban la dirección [de las estaciones de servicio]. Nosotros pimponeamos este número de patrón que aparece en esta licencia ambiental, esta licencia ambiental tiene este representante, este representante es de tal empresa”, dice Manzoni. “Luego fuimos a los lugares, les sacamos fotos con drones para ver que realmente se estuviera construyendo allí una estación de combustible. Y lo último que hicimos fue empezar a calcular cuántas de ellas se beneficiaban de la eliminación de la regulación, es decir que hacíamos el cálculo de si estaban a cien metros de otra estación de combustible o si estaban a menos de quinientos metros de una escuela, un centro de salud, una iglesia o lugares masivos”, añade Manzoni.
Armados con esta información, los investigadores de El Surti y su audiencia usaron Google Pinpoint para crear un mapa de fuente abierta que mostraba exactamente dónde estaba cada nueva estación de servicio, así como qué escuelas y hospitales estaban ahora en peligro.
Cuando se publicó la pieza, El Surti organizó reuniones con los miembros de la audiencia afectados por las estaciones de servicio, como activistas, urbanistas, vecinos, concejales e incluso funcionarios del gobierno local, para explicar los hallazgos periodísticos. “Se armó una suerte de asamblea pública ahí y se conformó un grupo de acción que realizaron protestas. Una persona del público dijo: ustedes nos dieron la información, ahora nos toca a nosotros pasar a la acción”.
Lo primero, la audiencia
El equipo de El Surti regularmente convoca reuniones con miembros de su audiencia para recibir retroalimentación sobre sus investigaciones en curso, compartir los hallazgos recientes y discutir asuntos que el equipo podría investigar en un futuro. Adriana Rolón es gerente cultural y estudiante de ingeniería agrícola que va con frecuencia a las reuniones que El Surti llama “mingas”, una palabra quechua que se refiere a las actividades solidarias para hacer un trabajo en común. Como una aficionada al teatro, la primera minga de Rolón con El Surti involucró a un grupo de unas 20 personas, entre ellas periodistas, reconocidas actrices, directoras de teatro y miembros de la audiencia, que discutieron cuáles eran los hitos de la historia del teatro en Paraguay, enfocándose en las mujeres. “Vos no solamente te vas a escuchar, sino también te vas a trabajar y a colaborar”, dice Rolón.
Antes de cada minga, El Surti envía un correo electrónico con una introducción al tema y una serie de preguntas que se tocarán. Una vez se confirma quién asistirá, los miembros de la audiencia reciben un entrenamiento a través de Google Meet y se espera que todos se preparen para la discusión.
Rolón dice que esta relación entre los periodistas de El Surti y su audiencia fortalece la confianza que ella tiene en los reportajes: “Es algo totalmente diferente a lo que hacen los medios tradicionales, que te ponen el titular y tienes que creer eso que te están poniendo, sin darte el espacio para tener un pensamiento crítico y analizar. Con este tipo de actividades, El Surti te hace parte de una investigación”, dice ella.
El principio de construcción de comunidad que impulsa a El Surti también está presente en La Precisa, su proyecto de verificación de datos y estudios de desinformación. Josué Congo, líder del proyecto, describe La Precisa como más que un portal tradicional de fact-checking. Más allá de determinar si las afirmaciones de un político son ciertas o falsas, o si una fotografía es un montaje o legítima, La Precisa busca responder por qué y cómo surge la desinformación, y depende de una red que incluye miembros de la audiencia y pequeños medios regionales de Paraguay.
El equipo identifica todas las fuentes y productos de desinformación que les sea posible y alimenta una base de datos desde la que se realizan los estudios. La Precisa también es miembro de Latam Chequea, una red que reúne a medios de comunicación con secciones de verificación de datos en América Latina, los Estados Unidos, España y Portugal.
Sostenibilidad innovadora
Alejandro Valdez dice que el costo de sostenimiento de El Surti es de poco más de 200.000 dólares. Aproximadamente 90% de los gastos del portal son salarios para el equipo de 12 personas, mientras el 10% restante cubre costos de operación y herramientas tecnológicas. Sus principales fuentes de ingreso son subvenciones de cooperación internacional, inversiones de impacto, donaciones de la audiencia, ventas de su tienda online y revistas, y más recientemente, la Fábrica Memética, su proyecto bandera de sostenibilidad, que actualmente genera más del 20% de los ingresos y tiene un crecimiento constante.
El propósito inicial de la Fábrica Memética fue resolver el inmenso reto de sostenibilidad que enfrenta la mayoría de medios independientes virtuales cuando procura reducir su dependencia en cooperación internacional y subvenciones. El Surti también debe lidiar con una dificultad adicional: el mercado de Paraguay es demasiado pequeño para lograr la sostenibilidad mediante suscripciones de la audiencia.
Fábrica Memética en principio ofrece servicios de campaña de comunicaciones para ONGs y agencias de cooperación internacional. Sin embargo, según Carol Thiede, la directora del proyecto que solía trabajar en el área de comunicaciones de Oxfam, Fábrica Memética ha fusionado el estilo periodístico de El Surti con campañas de concientización acopladas para clientes como UNICEF, la Organización Internacional del Trabajo, Amnistía Internacional y el Banco Mundial. Estas campañas incluyen ilustraciones, fotos, video y diseño multimedia para redes sociales.
El Surti inicialmente pensaba que su proyecto de sostenibilidad se centraría en proyectos editoriales, “pero empezamos a hacer mucho de campañas digitales, algo que a mí me encanta y me sentía muy cómoda haciendo porque yo venía de trabajar con proyectos de características sociales en Oxfam”, dice Thiede. “Se empezó a demandar mucho esto de nosotros por clientes mayormente de cooperación internacional, que nos buscaban por lo que veían del trabajo de El Surti, en términos del valor agregado de manejar los temas sociales, el lenguaje inclusivo y obviamente la potencia visual y narrativa”, añade ella.
El Surti nació hace ocho años, en medio de dos grandes protestas estudiantiles en las que varios de los fundadores participaron: una iniciada por estudiantes universitarios frustrados con la corrupción y otra por estudiantes de secundaria enfurecidos por las deficientes condiciones de las instalaciones de sus escuelas. La acción colectiva y exigir la rendición de cuentas hacen parte del ADN de los fundadores, quienes pertenecen a una generación que siempre han usado las redes sociales como una herramienta política. Una potente comunicación visual, mensajes significativos y compromiso social en múltiples proyectos y plataformas hacen de El Surti un medio de comunicación que pone el servicio público en un lugar central, mientras enfrenta los cambios en los medios de comunicación con una refrescante dosis de optimismo.
Recursos adicionales
Aprendizajes sobre programas de membresía en medios de América Latina
Cómo lo hicieron: investigar el Tapón del Darién
Santiago Villa es un periodista condecorado que ha escrito para medios latinoamericanos durante más de una década. En la actualidad, está residenciado en Colombia y escribe una columna de opinión para El Espectador. Ha trabajado como corresponsal extranjero en Sudáfrica, China, Venezuela y Ecuador.