La cobertura de conflictos violentos se aleja de la imagen tradicional del frente de guerra para los periodistas que trabajan en América Latina. En medio de la violencia urbana cada vez más presente en varios países, los reporteros necesitan estar preparados para actuar con rapidez en las situaciones más inesperadas. Tener un entrenamiento de seguridad adecuado se ha vuelto tan importante como llevar a mano su vieja libreta de notas y su grabadora.
Esto se debe a que los reporteros están sujetos a una cobertura riesgosa de situaciones de conflicto violento en su vida diaria. Pueden ser enfrentamientos entre narcotraficantes rivales o entre estas bandas y las fuerzas de seguridad, o incluso situaciones de enfrentamiento militar contra grupos guerrilleros.
Entrenamiento y colaboración
El director de noticias de TV Globo de Brasil en Belo Horizonte, Marcelo Moreira, ha participado en la capacitación en seguridad para periodistas desde 2006, cuando se ofrecieron los primeros cursos para periodistas del área de Río de Janeiro y São Paulo.
Estos entrenamientos, según Moreira, incluyen talleres de dos horas y actividades de dos días con clases prácticas y teóricas.
En las clases prácticas, los periodistas incluso pasan por simulacros de disparos, un riesgo que forma parte de la rutina de los reporteros que cubren violencia y seguridad pública en Río.
“Donde entrenan policías, entrenamos periodistas. Aprenden sobre balística y equipo de protección. Tienen orientación en primeros auxilios, cómo protegerse, posicionamiento. Es un entrenamiento personalizado para quienes van a enfrentar nuestra situación de conflicto armado”, dijo Moreira a LJR.
El periodista, que presidió la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji) entre 2012 y 2013 cita algunos de los consejos cruciales para quienes están en el fuego cruzado.
“No deberías pararte detrás de un poste porque está hueco. Mejor es un árbol, pero que tenga suficiente tronco para que no le atraviese una bala. Si te vas a esconder detrás de un auto, trata de quedarte detrás del bloque del motor, porque si estás justo detrás de la carrocería, serás herido”, señaló.
Severino Silva, un fotoperiodista que brindó cobertura a la violencia urbana en Río de Janeiro durante muchos años a través del diario local O Dia, advierte sobre la importancia de que los periodistas observen todo lo que les rodea y se mantengan fuera del foco de atención cuando cubren conflictos violentos.
“Al entrar a una comunidad para cubrir un tiroteo, siempre digo que mantengan los ojos y los oídos abiertos y no hablen. También eliminé el ringtone de mi celular, dejándolo solo para vibrar. En el caso de la fotografía, no uso flash”, le cuenta a LJR.
Evaluación de riesgos
Mucho antes de abordar la situación en la práctica, sin embargo, es necesario llevar a cabo un riguroso proceso de preparación, desde el nace la idea de la historia. Un elemento esencial a tener en cuenta es la evaluación de riesgos, que permite mapear diversos problemas que pueden ocurrir durante la cobertura, aunque el asunto no implique, en principio, un conflicto.
El fundador y CEO de GJS, una empresa estadounidense que capacita y apoya a periodistas en entornos hostiles, Frank Smyth, enseña a sus alumnos, en su mayoría periodistas de investigación, a crear una “jerarquía de riesgo” al definir las entrevistas. En este sistema, una fuente conocida y confiable recibe una puntuación de 1, el grado mínimo de riesgo; en el extremo opuesto, si el entrevistado es sospechoso de un delito o policía corrupto, la puntuación puede variar de 7 a 10.
“Lo que eso significa es que, primero, hablas con las personas que son menos riesgosas. Y solo hablas con aquellos que representan el mayor riesgo, si es necesario, al final de la investigación”, dijo Smyth a LJR, quien también escribió el Manual de Seguridad para Periodistas del CPJ, que contiene capítulos sobre preparación para conflictos armados, así como cobertura de delincuencia y corrupción.
Como reportero, incluso fue secuestrado junto con otros colegas durante la cobertura de la Guerra del Golfo en 1991. “Deberíamos haber tenido más cuidado y habernos ido antes de donde estábamos, junto con otro colega, pero nos quedamos y pagamos el precio. Entonces, una de las cosas que enseñamos en clase es darte un margen de error en cualquier situación”.
Sin embargo, se equivoca quien piense que la definición de protocolos de seguridad para periodistas sólo debe involucrar al reportero asignado a la historia. La prevención debe venir de quienes ocupan puestos más altos en una redacción, argumenta Moreira. Para el director de periodismo de Globo en Belo Horizonte, la alta dirección necesita ser consciente de la importancia de la seguridad para sus profesionales, mientras que los jefes de noticias y los editores deben participar en capacitaciones junto con los reporteros, para saber cómo actuar en diferentes situaciones.
“En la capacitación nos enfocamos mucho en la necesidad de usar tiempo en la redacción para planificar cómo se hará la cobertura en la calle. Es más que simplemente enviar a una persona solo porque ha sido entrenada. ¿Cuál es el plan de escape del reportero en caso de que la historia salga mal? Si está en un lugar de riesgo, ¿cómo se monitorea? Toda inversión en tecnología y planificación tiene que contar con la participación de la dirección. El reportero solo no hace eso”, explica Moreira.
En México, el país donde más periodistas son asesinados en América Latina, la ONG Artículo 19 advierte que los periodistas más vulnerables son aquellos que cubren temas relacionados con política local, seguridad, crimen organizado y narcotráfico.
De acuerdo con la coordinadora de prevención de la ONG en México, Itzia Miravete, construir redes de apoyo fortalece las capacidades de defensa y protección de los profesionales y puede reducir el riesgo. También sugiere mantener un registro de incidentes, como amenazas directas o tiroteos, para que el riesgo se pueda medir con mayor claridad y se puedan tomar medidas preventivas en el futuro.
“Una vez que se identifiquen las posibles amenazas, así como vulnerabilidades y capacidades, sugerimos trabajar un protocolo que logre implementar medidas para transformar las vulnerabilidades en capacidades e inhibir tanto la probabilidades como el impacto de una agresión. Finalmente sugerimos que las medidas que se tomen tengan una perspectiva preventiva pero también para actuar durante la emergencia así como post agresión para poder trabajar los impactos psicoemocionales de dicho riesgo”, dijo Miravete a LJR.
Como una guerra
Los conflictos violentos en América Latina a menudo involucran situaciones y preparativos similares a cubrir una zona de guerra. Esto es lo que podemos aprender de alguien que ha informado tanto en América Latina como en zonas de guerra en otros países.
Persiste la necesidad de acumular la mayor cantidad de información posible antes de salir de la redacción y llevar equipo de seguridad, como cascos y chalecos antibalas. Saber a dónde ir, qué caminos usar y cómo comportarse con calma y tranquilidad cuando se acercan las fuerzas de seguridad o incluso los delincuentes es esencial; pero esta preparación no es suficiente.
Especialistas en coberturas en áreas de combate advierten sobre la importancia de contratar a un profesional que pertenezca al lugar y sirva como “mano derecha” del reportero en todas sus actividades en la región. A esta “mano derecha” se le llama fixer, y realiza múltiples funciones: guía, consultor de seguridad e incluso asistente en la elaboración de historias.
“En general, estás poniendo tu vida en sus manos. Y él puede hacer una evaluación de los riesgos a los que te enfrentarás allí, porque realmente conoce el terreno. Sin una persona que me guíe allí, estoy en absoluta vulnerabilidad. El fixer es esencial, más que un chaleco antibalas”, dijo a LJR el reportero brasileño Yan Boechat, del canal de televisión Band, que ha cubierto conflictos en Venezuela, Afganistán, Siria, Irak, Etiopía y Ucrania.
Sin embargo, contratar a un fixer experimentado en este rol se enfrenta a limitaciones financieras, una realidad para muchos periodistas freelance y de medios pequeños que necesitan aventurarse en este tipo de viajes. Y no hay duda entre los expertos en seguridad periodística: los freelancers o reporteros de redacciones con menos recursos están más expuestos a los riesgos de cubrir conflictos.
“Cuanto menos dinero tienes, te pones en más riesgo. Con poco dinero, tratas de sacar lo más posible de ahí. Trabajarás horas y horas, no tendrás el mejor auto, no tendrás el mejor fixer. Y luego cometes errores que no deberías cometer”, dijo Boechat.
Incluso cuando los periodistas están trabajando en sus propias ciudades y pueden conocer el terreno sin necesidad de un fixer, las disparidades aún existen. Los reporteros de las grandes organizaciones de noticias pueden estar mejor capacitados en medidas de seguridad o tener mejor equipo que los trabajadores independientes o los reporteros de medios más pequeños que no tienen muchos recursos.
La decisión de no ir
Incluso tomando todas las precauciones posibles y adoptando las más variadas medidas de seguridad para coberturas riesgosas, los periodistas necesitan sentirse cómodos para tomar una decisión que parece frustrante, pero que a veces se impone como la decisión más adecuada para preservar la vida: la conclusión de que no vale la pena cubrir esa deseada historia.
“Eso es algo valiente de hacer, no cobarde. Debí haberlo hecho en Irak o en otro lugar, detenerme y pensar, esto es demasiado peligroso’. Tomar esa decisión es importante”, enfatiza Smyth.
Severino Silva agrega que “ninguna imagen vale tu vida (…) si tu corazón está ahí y no te sientes seguro, no vayas”.
Este artículo fue publicado originalmente por el Latam Journalism Review y es reproducido aquí con su autorización.
*Este es el sexto artículo de un proyecto sobre la seguridad de los periodistas en América Latina y el Caribe. Este proyecto de LatAm Journalism Review es financiado por el Fondo Mundial de Defensa de los Medios de la UNESCO.
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Júlio Lubianco estudió periodismo en la Universidad Federal Fluminense. Comenzó su carrera en el diario Jornal do Brasil. Fue reportero, editor y editor ejecutivo en Rádio CBN. Hizo su maestría en medios en London School of Economics (LSE). Es profesor de periodismo de PUC-Rio y presentador del podcast de BRIO. Ganó los premios Imprensa Embratel (2007), Alexandre Adler (2008) y el Tim Lopes de Periodismo Investigativo (2009 y 2014).