Cuando un fiscal sueco anunció en junio durante una rueda de prensa que la investigación del asesinato del primer ministro de Suecia se cerraría, luego de tres décadas, porque había “pruebas razonables” de que el atacante había sido identificado, el teléfono del periodista Thomas Pettersson empezó a sonar frenéticamente.
Dos años antes, Pettersson publicó un artículo en una revista y un libro sobre su investigación del asesinato del socialdemócrata Olof Palme, en 1986, que lo condujo a identificar como atacante a un diseñador gráfico llamado Stig Engström, que vivía cerca de la escena del crimen. Cuando el fiscal terminó su rueda de prensa de dos horas, a principios de ese verano, el evento fue descrito por los medios de Suecia como algo parecido a un resumen del libro de Pettersson.
El fiscal y el periodista, en efecto, habían llegado a la misma conclusión por motivos casi idénticos, y por eso Pettersson estaba lidiando con llamadas de la prensa sueca e internacional, que querían su posición en torno al tema.
Cuando GIJN contactó a Pettersson por teléfono en su casa de Gotemburgo, al suroccidente de Suecia, estaba trabajando en una edición actualizada de su libro “El asesino improbable”, que sale en octubre y para el que Pettersson ya vendió derechos para convertirlo en una película.
“Esta es una historia increíble sobre un hombre que se cuela por las grietas del sistema, y a pesar de que las autoridades lo identifican, logra quedar impune luego de cometer un crimen”, dijo Pettersson
¿Cómo logró un periodista freelance superar a la policía en su propia investigación? Al fin y al cabo, la investigación en torno a Palme era tan amplia que ha sido comparada a las investigaciones del asesinato del presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy en 1963, y la bomba del avión Lockerbie en 1988.
El asesinato de un primer ministro
Regresemos primero a la noche fatal del 28 de febrero de 1986, cuando a las 11:21pm, el entonces primer ministro Olof Palme recibió un disparo que lo mató, mientras caminaba a casa con su esposa, Lisbeth, desde un cine en el centro de Estocolmo. La pareja acababa de despedirse de su hijo y la novia, y dado que Palme había despachado a su equipo de seguridad más temprano ese día, no tenían vigilancia cuando alguien le disparó a una distancia cercana. Una segunda bala rozó la espalda de Lisbeth Palme, y el atacante huyó de la escena por unas escaleras angostas.
En las décadas que han transcurrido desde el asesinato, se han dicho varias teorías con respecto a quién fue el responsable. Por ejemplo, hubo una persecución contra Christer Pettersson, un alcohólico y usuario de drogas que fue condenado en 1989 por el asesinato, pero luego puesto en libertad por una corte de apelaciones, a causa de la ausencia de pruebas en su caso.
Hubo una “conexión sudafricana”, una teoría según la cual el asesinato ocurrió para vengar las críticas de Palme al régimen del apartheid. La teoría sobre el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) llevó a interrogar a 12 miembros del grupo en 1997, pero no hubo arrestos. Otra línea de investigación condujo a los investigadores a Engström, que se luego fue conocido como “el hombre Skandia” por el nombre de la empresa aseguradora en la que trabajaba como diseñador gráfico. Engström fue un testigo temprano que había muerto en el año 2000.
Sin embargo, la policía no siguió la pista de Engström seriamente hasta que Thomas Pettersson ayudó a encontrar información clave sobre él, y luego publicó su propia argumentación de por qué Engström fue quien hizo el disparo fatal en esa fría noche de 1986.
Pettersson comenzó su propia investigación del asesinato en el 2006, pero tardo un año para centrarse en Engström. “Nadie seguía ese camino en aquel momento”, dijo Pettersson. “Engström no aparecía en la pesquisa policial o en el trabajo de algún otro periodista, así que no me preocupaba que alguien llegase antes que yo a una potencial historia”.
De hecho, Pettersson pasaría los siguientes 12 años siguiendo esta pista, al tiempo que realizaba otras historias freelance pagadas. “En resumen, puedo decir que he invertido aproximadamente un mes al año en esto, y mi trabajo esencialmente ha tenido cinco fases. La primera fue tener claro el panorama del caso leyendo investigaciones oficiales, libros y reportajes periodísticos. En la segunda, decidí concentrarme en la escena del crimen, y es cuando comencé a enfocarme en Engström, que me pareció que resaltaba porque sus propios testimonios ante la prensa y la policía contradecían los de testigos, y no encajaban con la forma como sabíamos se habían desarrollado los eventos en la noche del homicidio.
“Para cuando llegué a la fase tres, estaba trabajando bajo la presunción de que el asesinato no se trató de simplemente una persona en solitario, y comencé a considerar la participación de varias organizaciones sospechosas. Pero en ese momento, durante la fase cuatro, realmente quería conocer bien a Stig Engström, y ponerme en sus zapatos. Estaba enfermo, pero hablando con sus colegas, amigos y vecinos, me hice una idea de quién era y cuál pudo ser su motivación. En esta fase descubrí a un vecino que tenía armas, y ese fue un hallazgo clave, que me ayudó a convencerme de que Engström tenía el conocimiento y la capacidad de llevar a cabo el asesinato por su cuenta”.
“Uno podría decir que la fase cinco aún está andando, pues ahora estoy tratando de profundizar en la personalidad de Engström y comprender por qué él, después del asesinato, construyó lo que sostengo fue una narrativa falsa para desviar a la policía”, añadió Pettersson.
El periodista dijo que, durante los 12 años en los que ha trabajado en la historia, otros reporteros y un batallón de “investigadores aficionados” fueron muy generosos compartiendo su conocimiento y lo que percibían del caso. También tuvo acceso a dos extensos comités estatales que fueron el marco básico de su investigación.
“La riqueza del material disponible fue por supuesto una ventaja, pero a menudo también un problema”, dijo Pettersson. “Por una parte porque había mucho qué revisar, y por otra, porque tenía que ‘interrogarme a mí mismo’ para que el material no me sesgara”.
Llegar a fuentes distintas para que le hablaran, como la ex esposa de Engström, sus viejos vecinos y sus colegas, fue fundamental para avanzar en la historia. ¿Cómo logró Pettersson que hablaran?
“Establecer confianza siempre ha sido esencial, porque todos sabían que consideraba a Engström un posible atacante. Mi ventaja en parte fue que su ex esposa se abrió mucho a mí, y ni ella ni un puñado de fuentes clave se cansaron de hablar con la policía o los periodistas, porque nadie había hablado con ellos antes”, dijo Pettersson.
“Una desventaja es que yo vivo en Gotemburgo y no podía ver a estas personas muy seguido, pues viven en Estocolmo [a casi 300 millas de distancia]. Es mucho más difícil establecer confianza por teléfono, pero logré alimentar estas relaciones. Algo que hay que tener en cuenta es guardar las preguntas más difíciles para el final, y así no correr el riesgo de molestar a una fuente o perder su confianza”.
Revisar documentos
Pettersson menciona dos puntos de giro clave durante el tiempo que investigó la historia. Uno fue cuando se hicieron disponibles en línea una gran cantidad de documentos. “Cuando comencé debía viajar de Gotemburgo a las jefaturas de la policía en Estocolmo y leer los documentos con un policía que miraba sobre mi hombro mientras fumaba. Ahora, toma apenas unos segundos conseguir la información en línea”.
El segundo punto de giro llegó en 2012, cuando Pettersson contactó a Mattias Göransson, el editor general de Filter, la revista y editorial que eventualmente publicó la historia de Pettersson en 2018.
“Cuando Thomas se acercó a mí, cualquier cantidad de periodistas e investigadores aficionados ya habían producido un tsunami de reportajes sobre el asesinato de Palme”, dijo Göransson. “Pero la aproximación de Thomas, basada en hechos, sobresalía”.
Göranson añadió: “Lo que Thomas me presentó en el 2012 en efecto fue similar a los que el fiscal Krister Petersson presentaría ocho años más tarde en su rueda de prensa: las observaciones básicas que se podían hacer al volver a la escena del crimen y enfocarse en quién estaba allí esa noche, en lugar de enredarse con teorías complicadas sobre planes y conspiraciones, que nunca aterrizaban concretamente en el lugar donde se produjo el asesinato”.
“Yo también estaba dispuesto a aceptar la premisa de Thomas, de que la explicación para que la policía no hubiera terminado la investigación no era la supuesta complejidad del caso, sino que la investigación desde el principio resultó afectada por incompetencia”, dijo Göransson. “Me he involucrado con otras grandes historias que sucedieron durante los años ochenta, y que se vieron afectadas por incompetencia similar por parte de las autoridades. Esto no era algo que me sorprendía”.
Aún así, a Filter le tomaría seis años más publicar la historia de Pettersson. “Teníamos una lista de cosas que acordamos tenían que hallarse y confirmar, antes que pudiéramos publicar”, dijo Göransson. “Por ejemplo, pruebas de que Engström sabía usar armas y tenía acceso a ellas. Los puntos de la lista sencillamente no se resolvieron todos antes de la primavera de 2018. Hasta ese punto, le ofrecí apoyo a Thomas y algunos recursos, pero no fue hasta que decidimos publicar que logré garantizar una paga”.
Pettersson y Filter enfrentaron una ola de críticas luego de que se publicó la historia. Era algo que Göransson había previsto, así que se preparó un plan para lidiar con los ataques de los medios.
“Por ejemplo, publicamos en línea todo el material que usamos como fuente, así que fuimos completamente transparentes”, dijo Göransson. “Por supuesto que el periodismo de investigación no es un concurso de popularidad, y si no molestas a alguien, ¡probablemente no estás haciendo bien tu trabajo! Aún así, en estas situaciones puede ser difícil trabajar freelance, y como editor de Thomas, pudimos responder a los medios juntos”.
Una enorme recompensa por el duro trabajo llegó en 2019, cuando Pettersson recibió el premio de periodismo más prestigioso de Suecia, el Guldspaden, o “pala de oro”, de Gravande Journalister (Grav), la Asociación Sueca de Periodistas de Investigación.
La investigación policial formal se cerró oficialmente el 10 de junio. El principal fiscal, Krister Petersson, que asumió la investigación en 2017, dijo en ese entonces: “Creo que Stig Engström es sin lugar a dudas el sospechoso de haber perpetrado el crimen”.
“Dado que la persona está muerta, no puedo presentar una imputación de cargos en su contra, pero he decidido terminar la investigación preliminar”, dijo. “Mi evaluación es que después de 34 años es difícil creer que haya más investigaciones que añadan algo. Creo que hemos llegado tan lejos como podría esperarse”.
Fouad Youcefi, el director de Grav, dijo que cree que “todo periodista de investigación que lea la historia de Filter, y luego escuche la rueda de prensa de los investigadores del caso Palme, recibirá un impulso de confianza. Es crucial creer en la historia propia y tener un editor que también crea en ella, y que te apoye”.
Youcefi añadió que hay retos significativos para trabajar como periodista freelance en Suecia. “Cualquiera que haya intentado hacerlo sabe cuánto tiempo y energía hace falta para siquiera producir una propuesta de historia viable, así que necesitamos editores valientes que estén dispuestos a desarrollar propuestas de historias junto con los periodistas independientes”.
Aún así, el mismo Pettersson cree que ser independiente fue una ventaja. “Si hubiera estado empleado, habría sido difícil encontrar el tiempo para trabajar esta historia durante tanto tiempo. Ser freelance me daba flexibilidad y sabía desde el principio que sería un proceso largo”.
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Nathalie Rothschild es una periodista freelance para medios impresos, radio y televisión. Sus historias han aparecido en BBC y la radio nacional de Suecia. Sus articulos han sido publicados en The Wall Street Journal, Foreign Policy, The Atlantic, The Guardian, Haaretz, y Vogue. Puedes leer aquí más de su trabajo.