El periodista freelance somalí, Abdalle Ahmed Mumin, entrevistó en abril a los conductores de ambulancia en Mogadiscio, para hacer seguimiento a la baja tasa de muertes por COVID-19. Descubrió un subregistro masivo, sencillamente porque los conductores llevaron cuatro veces más cuerpos de lo normal durante dos semanas consecutivas.
Al mismo tiempo, dos reporteros de The Guardian hacían una revisión parecida de cifras oficiales de pandemia similarmente bajas en la ciudad de Kano, Nigeria. Entrevistaron a cinco sepultureros, y no solo hallaron cientos de muertes por encima del promedio, sino un alarmante número de muertes entre los mismos sepultureros.
Entretanto, al otro lado del Atlántico, dos reporteros de datos de ProPublica decidieron atacar los insuficientes datos oficiales de la pandemia, y llegar a un estimado de cuántos residentes de Detroit morían en lugares distintos a los escenarios de cuidado de salud. Para ello, investigaron con una herramienta de datos que se usa poco, y que archiva las llamadas al servicio 911 de Detroit. Encontraron una categoría llamada “personas fallecidas observadas”, que arrojaba 150 muertes en hogares ocurridas en los últimos 10 días, en comparación a 40 en los años anteriores.
A unos 5.900 kilómetros al sur de allí, en Lima, Perú, los periodistas de IDL-Reporteros hallaron que los crematorios incineraban cuerpos a tres veces el ritmo normal. También descubrieron unos registros hechos a mano por compañías de cremación, subcontratadas por las autoridades sanitarias, que confirmaban causas de muerte relacionadas al COVID-19.
Los periodistas de investigación alrededor del mundo están descubriendo nuevos métodos para establecer una imagen más clara de las muertes directas e indirectas desatadas por la pandemia del coronavirus.
Lo hacen como respuesta a los evidentes límites de los datos de muertes publicados por los gobiernos, que tienen amplias deficiencias en las pruebas, demoras en los datos oficiales, falta de criterios sobre muertes probables en los certificados de defunción, y en algunos casos subregistros o encubrimientos deliberados.
El resultado ha sido un subregistro mundial de muertes relacionadas a COVID-19, que tiene enormes consecuencias en términos de asignación de recursos, el uso de fondos públicos y la responsabilidad gubernamental. Los periodistas de investigación están ayudando a llenar ese vacío.
En marzo, los periodistas del medio chino Caixin se enfocaron en las órdenes de suministros a las funerarias de Wuhan, para hacerse un aproximado de la escala de las muertes. Sus imágenes mostraron una entrega por camión de 2.500 urnas a una funeraria. El conductor del autobús habló de una entrega igualmente grande el día anterior.
Emmanuel Akinwotu, que reportó la historia del Guardian en Kano, le dijo a GIJN: “Si no hay pruebas estadísticas confiables, la evidencia anecdótica puede ser muy útil, siempre y cuando las personas no digan más de lo que saben. También puede ser evocador. Hablé con sepultureros en tres cementerios de Kano, y todos dijeron que el número de muertes había aumentado de forma alarmante. Cientos más que en una semana normal. Sin embargo, la cifra oficial de muertes por COVID en Kano fue de 26”.
“Lo que nos frustra,” dijo Jack Gillum, un periodista de datos de ProPublica, “es que esas anécdotas sugieren que hubo subregistros, y nosotros nos enfocamos en muertes en casa, así que estábamos tratando de pensar en cómo conseguir números que llenaran esos vacíos… Michigan no nos dio cifras actualizadas, así que echamos manos de llamadas a la línea 911″.
Al hacer una encuesta rápida entre expertos y reporteros, GIJN halló 12 métodos y seis herramientas que son efectivas para contar el costo final de la pandemia, más allá de las estadísticas de los gobiernos:
Métodos para contar muertes más allá de las cifras oficiales
Para países que tengan estadísticas de registros relativamente confiables, compara el total de muertes, o mortalidades por todas las causas en los años anteriores, de la misma forma que lo hizo el Financial Times a finales de abril para 14 países. Allí donde sean incompletos los datos más recientes de las oficinas de estadísticas, así estén en Ecuador o Nueva Jersey, los periodistas pueden decirlo abiertamente y aún así ilustrar un aumento a causa de saltos en el total de muertes con respecto al promedio.
- Usa “fuentes de reemplazo” para estimar o ilustrar el exceso de muertes. Por ejemplo, entrevistas con trabajadores de la salud, funcionarios de funerarias, personas religiosas que oficien servicios funerarios, sepultureros y conductores de ambulancias.
- Aprende de los empresarios cómo las autoridades clasifican muertes cuando lidian con compañías subcontratadas. IDL-Reporteros halló que las autoridades sanitarias de Perú aportaron información sobre muertes relacionadas a COVID-19 en registros utilizados por compañías privadas de cremación.
- Busca filtraciones de datos confidenciales por parte de gobiernos locales. Algunas autoridades locales están realizando encuestas internas de muertes relacionadas a COVID-19 en hospitales públicos, y enviando los datos a las autoridades nacionales, donde a veces se ocultan por motivos de propaganda. Podría ser importante lograr filtraciones de esta información gracias a fuentes locales. El 8 de mayo, The New York Times halló que la verdadera tasa de muertes para Ciudad de México era más de tres veces más alta de lo que afirmaban las autoridades federales. Esto luego que tres fuentes familiarizadas con las cifras revelaran un conteo confidencial que ordenó la alcaldesa, Claudia Sheinbaum. Una semana después, una investigación de Sky News arrojó que la tasa real era aún mayor, luego de visitar “docenas” de hospitales y casas funerarias, y confirmar los hallazgos con fuentes locales.
- Es conveniente trabajar desde los portales de datos abiertos para luego buscar el audio de las llamadas de emergencia al número 911, y, donde sea legal hacerlo, usar la información de la llamada para identificar los casos y los hogares afectados. Busca también frases que podrían ser sinónimos o palabras clave para representar cierta categoría de muertes.
- Busca individuos bien posicionados que están tratando de contar muertes por sus propios motivos. The New York Times encontró a un demógrafo en Rusia que descubrió un exceso de 1.700 muertes en Moscú durante el mes de abril, gracias a un registro oscuro, que transformó el panorama de Rusia como una nación con baja cantidad de infectados por coronavirus.
- Usa búsquedas en redes sociales en la mayor cantidad de idiomas posibles, para notar referencias a muertes posiblemente relacionadas a COVID-19. Haz un seguimiento con las familias y solicita cualquier documento oficial que puedan haber enviado.
- Enfócate en áreas que supuestamente tienen números bajos, que están en zonas fronterizas o son similares a ciudades, o distritos, donde ya se han hallado cifras confiables altas.
- Modela un número de muertes en un área o distrito pequeño de muestra -con un método que puede incluir ir de puerta a puerta, tomando precauciones de seguridad- y extrapolar sus hallazgos para áreas más amplias.
- En general, busca fuentes de datos en bruto y “transaccionales”, como llamadas policiales, en lugar de datos curados. Gillium, de ProPublica, dice que la información en los sistemas de computador tiende a ser más confiable en temas sensibles, como el número de muertes.
- Busca pedidos de suministros al por mayor a hogares funerarios, como urnas y ataúdes.
- Utiliza proporciones que ya existan y sean confiables, sobre muertes excesivas que no estén relacionadas a COVID, para investigar las muertes indirectas o el “daño colateral” en otros lugares. El Oxford COVID-19 Evidence Service halló que un tercio de las muertes por encima de lo normal en Inglaterra y Gales no estaban relacionadas al COVID-19.
Reconocer el vacío en los datos
Los expertos dicen que es crucial que los periodistas comuniquen claramente los límites de presentar evidencia anecdótica e indicadores alternos, para medir los aumentos en la mortalidad, en especial en términos de exactitud y de su capacidad de describir causas relacionadas a COVID-19. También que sean transparentes con respecto a cómo llegaron a sus conclusiones. Algunas de las principales historias sobre mortalidad de todos los casos no han mostrado más que las cifras, sin incluir más explicaciones.
Si bien los obituarios pueden ser útiles, un análisis del portal The City y Columbia Journalism Investigations halló que tan sólo el 5% de las víctimas de la pandemia fueron mencionadas en los obituarios, y que las cifras relacionadas a ellos tendían a incluir más a los jóvenes y los más adinerados.
Aunque como una guía de clasificación puede ser útil el Certificado Médico de Causa de Muerte (CMCM), que es reconocido internacionalmente, la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico ha advertido, por ejemplo, que sólo el 29% de las muertes para los países de esta región durante los últimos años han sido registradas con CMCM.
El director del medio peruano IDL-Reporteros, Gustavo Gorriti, le dijo a GIJN que la gran ruptura en su proceso de conteo sucedió cuando los reporteros descubrieron que las autoridades locales les preguntaban a las compañías privadas de cremación que recogieran físicamente los cadáveres. Esta fue una respuesta a nuevas regulaciones que exigían que las personas cuyas muertes fueron clasificadas como COVID-19 fueran cremadas rápidamente.
Gorriti dijo que los trabajadores del hospital notaron que la verdadera causa de muerte fue escrita en registros a mano, así que los periodistas de IDL-Los reporteros que estaban con esos equipos funerarios pudieron anotar las clasificaciones de COVID-19 cuando hubiera nuevas recolecciones. Para el 26 de abril, dos casas funerarias de Lima y Callao recibieron 1.073 cuerpos que oficialmente se designaron como víctimas de COVID-19. Esto en comparación a la cifra de 330 muertes anunciadas por el gobierno para estas dos ciudades.
“Hallamos que muchas incineraciones estaban en manos de una sola compañía, que estaba terriblemente sobrecargada por un trabajo triste y deprimente”, dijo Gorriti. “Tomamos notas de los registros hechos a mano y los comparamos con las cifras oficiales. Había claras disparidades”.
Gorriti añadió: “Nuestros hallazgos no fueron bien recibidos por el gobierno”.
Evaluar el exceso de muertes
El epidemiólogo británico y colaborador del Oxford COVID-19 Evidence Service, el doctor Carl Heneghan, dijo que el “exceso de muertes”, que es la mortandad total por encima del promedio para un periodo específico, ofrece ventajas a los investigadores, en comparación con otros puntos de datos en el complejo escenario de información. La muerte es un hecho y los cuerpos pueden contarse de forma precisa.
Durante un reciente foro virtual de GIJN, Heneghan dijo que los periodistas deberían tener cuidado al asumir que el exceso de muertes durante un periodo de muchos meses en 2020 están definitivamente relacionadas con COVID-19, pues, por ejemplo, Inglaterra y Gales también tuvieron aumento en exceso de muertes durante el invierno de 2017/2018, que no estuvo relacionado con ninguna pandemia. Sin embargo, Heneghan cree que un buen indicador del impacto de COVID-19 es un aumento en exceso de muertes comprimido en un periodo de semanas durante la pandemia.
Ahora bien, muchas personas mueren de otras enfermedades, o de falta de cuidado hospitalario, como resultado de las cuarentenas impuestas por distintos gobiernos. En unos pocos casos aislados, en lugares como Mumbai y Ahmedabad, India, se reportaron menos muertes en promedio durante la etapa temprana de la pandemia. Algunas autoridades locales sugirieron que las restricciones han llevado a menos muertes por accidentes de tren y de tráfico, e incluso caídas en formas letales de criminalidad.
Aunque la confiabilidad de los datos de cada país cambia, tanto en muertes promedio como la clasificación de muertes por COVID-19, los periodistas de países en desarrollo, por ejemplo, pueden utilizar tendencias de cifras exactas en otros lugares como una guía para investigar los lugares críticos locales. Por ejemplo, según Heneghan, las muertes que explícitamente se califican como “no-COVID” en ambientes ajenos a los del cuidado de la salud, los hospitales y los hogares de ancianos de Inglaterra, han sido registradas al doble del ritmo de lo normal durante las últimas semanas.
“Si solo hiciera una cosa, comenzaría con la mortandad por todas las causas, trataría de entender cómo se reporta en su país y cómo se reúnen esos datos”, dijo.
Herramientas para atacar el subregistro
- Portales abiertos de datos para ciudades. Muchas ciudades en el mundo, entre ellas algunas en el mundo en desarrollo, que pueden hallarse en listas como esta, tienen portales de datos que los periodistas pueden utilizar, para evaluar muertes en casa y otros detalles de servicios de llamadas. El portal de Detroit es un ejemplo, pero muchos tienen sus propias frases clave para identificar categorías, como “persona muerta observada” que los periodistas pueden descubrir al leer las tablas. También tienen prefijos de “datos”, como los portales de Buenos Aires o San Francisco. Ten en cuenta que algunas búsquedas exigen que las palabras clave estén todas en mayúscula, y algunas ciudades, como Chicago, por ejemplo, exigen solicitudes de registros públicos para dar los datos de llamadas.
- Apps que transmitan y archiven grabaciones de audio del tráfico de radio de la policía y los servicios de emergencia médica. Broadcastify, de los Estados Unidos, que está bajo una licencia de Creative Commons, les ha ayudado a los reporteros a identificar lo que sucedió con las víctimas de COVID-19 e incluso las direcciones de sus domicilios.
- Tablas actuariales con cadenas. Los periodistas pueden corregir subregistros de muertes hechos por las autoridades en días específicos -los cuales, según el Oxford COVID-19 Evidence Service suceden a menudo por demoras en los reportes- utilizando una herramienta del mundo de las reclamaciones de seguros. Usted puede usar columnas de hojas de datos que reflejen el aumento en las cifras de muerte para una fecha en particular, a medida que, desde las actualizaciones de las autoridades sanitarias, estas llegan poco a poco.
- TweetDeck y Who Posted What pueden usarse para buscar las referencias a muertes dentro de áreas y fechas definidas, en las grandes plataformas de redes sociales
- La plataforma mundial de datos, que apoya The Associated Press, y que integra varias importantes bases de datos de COVID-19, la mayoría en Estados Unidos y Europa, ofrece a los periodistas acceso gratis y herramientas para incorporar a mapas.
- Los servicios de imágenes satelitales que tienen ya antecedentes trabajando con periodistas, y que pueden proporcionar imágenes aéreas que revelan efectos generados por el COVID-19, entre ellos fosas comunes o restos que no han sido reclamados. Puede encontrar en este vínculo de GIJN una guía para fuentes satélites útiles a periodistas de investigación, entre ellas algunos servicios que ofrecen imágenes satelitales gratis a medios de noticias.
Pistas frescas que los periodistas pueden seguir hoy mismo
En una de las primeras investigaciones que han revelado aumentos en muertes en escenarios distintos a los hospitales y hogares para ancianos, esta historia de ProPublica registró aumentos que sucedieron dentro de hogares privados de la ciudad de Nueva York y algunos lugares de Michigan, Massachusetts y el estado de Washington.
Un equipo de tres reporteros utilizó los datos de agencias de salud, llamadas del 911 y archivos locales de las oficinas públicas que registran muertes. También escucharon audio de las llamadas, a través de aplicaciones de archivo, en las que el operador usaba frases como “use precauciones allí”, para llamadas policiales que se referían a “muertos en la escena”.
Gillum dijo que el proceso periodístico también reveló varias pistas prometedoras, y más herramientas para identificar los motivos tras un exceso de muertes, pero no pudieron usarlas porque sencillamente se les acabó el tiempo.
Dijo que una de estas pistas fue el aumento del uso de ciertas frases, como “examinador médico”, en las secciones de “disposiciones definitivas” de los registros sobre los datos de ciudades. Esto podría ser un indicio de muertes adicionales, pero no tuvieron el tiempo para confirmarlo.
“Si por ejemplo yo fuera un periodista en la Bahía de San Francisco, querría saber qué significa eso”, dijo, y añadió que sus reportajes habían identificado algunas anomalías en esa zona.
Otra pista para reporteros surgió cuando, en muchas ciudades, el equipo de ProPublica notó que las llamadas totales para emergencias médicas o paramédicas había caído por una cifra de hasta 25%. ¿Acaso hay mucha gente que prefiere no llamar a solicitar ayuda por miedo a los hospitales o a la interacción con paramédicos? ¿Ha esto contribuido a un aumento muertes que no estén relacionadas con COVID-19? Gillum dijo que estas preguntas debían responderse con investigación, y que también podrían aplicar para otros países.
El corresponsal de The Guardian para África, Jason Burke, dijo que los periodistas de investigación de África deberían enfrentar los estimados de muertes con dos cosas en mente: La narrativa de que África tiene bajos números de muertes probablemente está mal, y muchas familias en el continente no estaban revelando muertes relacionadas con COVID-19 porque no querían que los funerales de sus parientes se vieran afectados por las restricciones de la pandemia.
“Esta narrativa de que África de alguna manera evitó una tragedia porque su población es joven, etcétera, son patrañas que básicamente resultan respaldadas por la Organización Mundial de la Salud”, dijo. “El peor papel lo ha jugado la Unión Africana, que publicó un comunicado básicamente diciendo que había una cantidad robusta de pruebas. Uno no tiene que saber mucho sobre cómo funcionan los Estados en el continente para entender que no es así. La pregunta es cómo demostrar que esas son malas representaciones”.
Burke le ha pedido a una red de corresponsales en el continente que se enfoquen en fuentes alternas, como conductores de ambulancias, fabricantes de ataúdes y sepultureros, para calcular las tasas reales de muertes.
Burke dijo que estaba preocupado por subregistros potenciales en países como Burkina Faso, Zimbabue y Burundi. En cambio, dijo que inicialmente pensó que la República Democrática del Congo (RDC) tendría una tasa de muertes desproporcionadamente alta, pero indicadores recientes sugieren que tanto su respuesta como sus sistemas de reporte de datos parecen mejores que las de otros países que están en una situación similar.
“Hasta ahora no he encontrado en Kinshasa un aumento masivo de mortandad que no se esté reportando”, dijo. “Creo que la RDC es sorprendentemente robusta, en parte porque tiene un muy buen grupo de epidemiólogos y especialistas en enfermedades infecciosas, así como sistemas para lidiar con estas situaciones, ya que debe enfrentarlas tan seguido”.
Cuando investigó el número de muertes en Kano, Nigeria, Akinwotu dijo que su colega, Mustapha Hodi, habló con tres sepultureros mientras usaba una máscara y mantenía el distanciamiento social. Entre ellos estaba Musa Abubakar, de 75 años, que dijo que los trabajadores de los cementerios no habían recibido guantes ni máscaras, y añadió: “Nunca he visto esta cantidad de muertes”. Los clérigos y personas a cargo de los funerales también fueron útiles para la investigación.
El mismo Akinwotu estuvo atrapado en Londres a causa de las restricciones para viajar, así que trabajó por teléfono, preguntándole a una persona en Kano, que tenía equipo de protección y las habilidades lingüísticas necesarias, que hiciera por él las preguntas a sepultureros de otros cementerios. Dijo que una escasez crónica de pruebas de COVID-19 que tuvo la ciudad en abril hizo necesario acudir a evidencia anecdótica.
Akinwotu dijo que la próxima herramienta que pensaba explorar para buscar excesos de muertes era Facebook Messenger.
“Es muy efectivo en términos de recibir respuestas de desconocidos, pero el problema es la barrera lingüística, dado que yo solo hablo inglés y yoruba”, dijo.
Rowan Philp es un periodista de GIJN. Rowan fue el reportero principal para el Sunday Times, de Sudáfrica. Como corresponsal extranjero, hizo reportajes de noticias, política, corrupción y conflicto en más de dos docenas de países del mundo.