Los medios especializados en periodismo de investigación han tenido que adaptarse, como todos, a las realidades impuestas por la pandemia del COVID-19. Las redacciones priorizan proyectos que antes eran marginales, diseñan nuevos enfoques para sus plataformas y son más conscientes de la salud mental de sus periodistas para responder a retos como: el distanciamiento social, la presión sobre los sistemas de salud, la inminente crisis económica y una cantidad de decretos legales nuevos.
La Red Global de Periodismo de Investigación (GIJN) y el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), invitaron a cuatro periodistas de algunos de los países más afectados por la pandemia a compartir las lecciones que han aprendido en este proceso. A través de la plataforma de foros virtuales Zoom, Cecilia Anesi y Giulio Rubino (IRPI, Italia), Eva Belmonte (Civio, España) e Isabela Ponce (GK, Ecuador) les hablaron a cientos de participantes que se conectaron desde distintos países y respondieron sus preguntas durante casi dos horas.
La respuesta al COVID-19 abrió a las redacciones a nuevos temas y otras formas de enfocar los que ya trabajaban.
Los tres pilares temáticos de GK son derechos humanos, medio ambiente y transparencia, así que, al inicio, el reto principal para este portal ecuatoriano fue cómo cruzar el COVID-19 con sus pilares y producir historias sobre minería, poblaciones indígenas, y derechos de las mujeres, por ejemplo, que tuvieran un ángulo relacionado al virus.
Sin embargo, cuando se desataron las consecuencias económicas de la pandemia, GK comprendió que este también debía ser uno de sus principales temas. Era esencial para comprender la crisis hospitalaria y los efectos de la pandemia en sectores como la educación, que se vio profundamente afectado por un despido masivo de profesores. “Empezamos a contar las consecuencias de las decisiones económicas, y darle más fuerza a eso se convirtió en una decisión nueva”, dijo Isabela Ponce.
Ponce, de GK, y Eva Belmonte, de Civio, coincidieron en la conveniencia de abrirse a un tipo de cobertura que, si bien no quisieron etiquetar con el mote de “periodismo de servicio”, era una respuesta a las necesidades informativas inmediatas de la gente que estaba viviendo lo mismo, al mismo tiempo, y que necesitaba guías y consejos de cómo sobrevivir desde la casa. “Enfocamos parte de nuestra cobertura a través de un nuevo newsletter, con puntos súper específicos de qué hacer. Cómo desinfectar o cómo hacer mascarillas. Un periodismo más utilitario”, dijo Ponce.
Sin embargo, así como las redacciones debieron responder con temas sobre COVID-19, más adelante tuvieron que reaccionar al hastío de los lectores. GK creó la sección “El Respiro”, que consistía en publicar tan sólo buenas noticias diarias. “Es un ejercicio que incluso a los reporteros y editores nos hace bien, el ver otras cosas que están ocurriendo”, dijo Ponce.
Civio paró todas las investigaciones anteriores y se dedicaron exclusivamente al COVID-19. Los temas de las investigaciones que han publicado sobre la pandemia fueron, entre otros: el desabastecimiento en las pruebas de diagnóstico de COVID-19, una aplicación para observar cómo está cambiando la movilidad en toda Europa y qué estaba sucediendo con el derecho a la información, pues el gobierno de España se niega a responder derechos de petición, argumentando que sus funcionarios no tienen tiempo para ello.
Civio ya trataba temas de salud pública e investigaciones internacionales sobre salud (incluso tienen a una biotecnóloga en su equipo.) Generalmente hacían historias que implicaban muchos viajes, entrevistas y tiempo, por lo que al principio la pandemia quebró su ritmo de trabajo. El portal interrumpió un trabajo internacional sobre salud mental que estaba próximo a salir y en el que llevaban varios meses invertidos, para añadir algo sobre la salud mental durante la pandemia.
Lo que finalmente ocupó la mayoría del tiempo de la redacción de Civio fue un proyecto personal de Eva Belmonte que, antes del COVID-19, era pequeño y solo lo hacía durante las mañanas, antes de comenzar la jornada laboral propiamente: “el BOE de cada día”
“Lo que hago cada mañana es leer el boletín oficial del Estado y explico las políticas públicas: qué se ha aprobado, qué normas se intentan colar y cuál es la letra pequeña”, dijo Belmonte. Con la ola de legislación y medidas para afrontar el COVID-19, este proyecto pasó de ser una publicación marginal, a 20 publicaciones al día que ocupan buena parte del tiempo de la redacción.
También diseñaron una guía de advertencias con respecto a qué actividades pueden ser multadas, cómo aplicar a las ayudas del gobierno y un consultorio para responder todas las inquietudes de la gente, de manera que puedan conocer mejor cuáles son sus derechos.
Cuando estalló la crisis del COVID-19 en Italia, IRPI abandonó los temas que exigían salir a la calle, mientras se preguntaban cómo abordar la pandemia. No tenía sentido salir a tomar fotografías o hacer cubrimiento directo, porque no son un portal de noticias inmediatas. Además, IRPI no trabajaba temas de salud ni eran periodistas científicos. Su respuesta fue hacer periodismo de investigación sobre todos los temas alrededor del COVID-19. Concretamente, en torno a la crisis económica y social que desató el virus.
“Abordamos los temas en los que tenemos más experiencia, como la corrupción en los contratos, pues sabemos que en los regímenes de emergencia surgen muchos casos de estos”, dijo Cecilia Anesi, de IRPI, y añadió que también trataron la forma como, durante los últimos 15 años de gobierno de derecha en Lombardía, la región más afectada por el COVID-19, se recortaron inversiones en la salud pública para fomentar la salud privada.
Rubino aconsejó que las redacciones se concentren en los temas que mejor dominan, y señala que lo más interesante en este momento son los temas locales. “La fase dos del lockdown nos muestra la importancia de tus vecinos directos, de tu barrio y de tu ciudad. Los primeros discursos de cómo imaginar la sociedad post-COVID se hace en estos ambientes locales”, dijo.
Finalmente, para adaptar las temáticas en las que tienen más experiencia al contexto de la pandemia, IRPI investigó cómo la mafia se estaba acomodando a la nueva situación, haciendo inversiones en salud y manteniendo sus otras actividades de tráfico.
Las redacciones menos afectadas han sido las que ya manejaban un modelo virtual y un esquema de trabajo remoto. Es el caso de IRPI, que tiene periodistas en distintas regiones de Italia.
Desde antes de que comenzara la cuarentena, hacían una reunión en Zoom cada mañana a las 11am. Todo su material está compartido en Google Drive o plataformas encriptadas, y actualizan su sistema de seguridad cada seis meses. “Desde la organización interna no tuvimos muchos problemas. Para nosotros fue muy fácil esto”, dijo Giulio Rubino. Sin embargo, luego añadió: “Con la organización del trabajo externo, todas las entrevistas y las fuentes, sí hemos tenido muchos problemas”.
Todas las historias que implicaban viajes y cubrimientos se frenaron, y los periodistas se dedicaron más de 12 horas al día a trabajar sobre COVID-19.
Al igual que la mayoría de las redacciones, las videoconferencias y el teléfono es el principal medio para hacer las entrevistas. Esto dificulta que las fuentes tengan la confianza para compartir cierta información sensible.
La carga de trabajo aumentó considerablemente. Dentro de la redacción de Civio, todos los periodistas debieron encargarse de responder preguntas de los lectores sobre las políticas, regulaciones y ayudas gubernamentales relacionadas a COVID-19, en paralelo a seguir investigando cada uno sus temas.
GK, de Ecuador, al tratar el COVID-19 desde el ángulo de los pilares temáticos que siempre habían trabajado, pudieron planear con más tiempo las investigaciones y acceder a fuentes, incluso si estaban en lugares como la Amazonía.
“A la par de todos los temas que pudimos planificar, obviamente nos comió la coyuntura. Una cobertura de la que hoy sacamos el último seguimiento fue lo que pasó con los cadáveres en Guayaquil”, dijo Ponce.
Fueron tantos los muertos en el saturado sistema de salud de la ciudad de Guayaquil que hay más de 130 cadáveres que ya no se pueden identificar. Esto supone un grave problema de derechos humanos, pues las familias no pueden recuperar los cuerpos de sus seres queridos.
Los periodistas no podían salir de sus hogares a buscar las fuentes para cubrir esta historia, así que debieron obtenerlas mediante los grupos de Whatsapp creados por las mismas familias a las que los hospitales no les habían entregado los cadáveres.
GK también creó un “Memorial“, que fue un recurso digital para que las familias de personas que no pudieron ser veladas, colgaran una fotografía de su familiar y un mensaje de voz para éste, a manera de recuerdo y homenaje.
Giulio Rubino, de IRPI, dijo que el tipo de investigaciones que se podrían hacer depende de qué tan grande sea el medio, qué tipo de público tiene y en qué historia se enfoca. IRPI nació poco antes de la pandemia y es una estructura muy pequeña, así que usó sus recursos para las historias en las que su equipo tiene más experiencia. También procuraron exprimir el el material que ya tenían preparado antes de la pandemia.
Sobre esto Rubino explicó: “El tipo de trabajos que todavía podemos hacer son en red. Estar constantemente en contacto con periodistas de todo el mundo nos permite superar el límite de no poder viajar nosotros, entonces más que nunca es importante encontrar maneras de colaborar entre países diferentes”.
La economía de estos medios de comunicación independientes se ha visto afectada, porque muchos proyectos que eran financiados tuvieron que detenerse. “En la mayoría de casos hemos conseguido convencer a los financiadores para reenfocar el proyecto en un tema más centrado en el COVID-19, pero para otros hemos tenido que pedir aplazamientos, pararlos y no sabemos qué va a pasar”, dijo Belmonte, de Civio.
Por otra parte, algunas redacciones no tienen el tiempo del que antes disponían para buscar fondos y donantes, o como en el caso de GK, de Ecuador, deben doblar la carga laboral para aplicar a todas las ayudas económicas posibles. Anesi, de IRPI, dijo que para ellos era imposible en este momento hablar con sus donantes y no había una programación para el futuro, pues nadie está mirando cómo va a ser el mundo después de COVID-19.
La contracara positiva de la situación, sin embargo, es que medios como Civio han visto un aumento considerable en los aportes hechos por los usuarios. “Todo el trabajo que hemos hecho estos años luce veinte veces más, y estamos viendo un crecimiento de socios mucho más alto que en cualquier otro momento de nuestra historia“, dijo Belmonte.
Para atraer más aportes por parte de los usuarios, GK ha insistido en lo importante que es combatir las noticias falsas con información confiable, sobre todo en un contexto como el actual. Por eso han hecho alianzas también con redes de periodistas que están haciendo chequeo y verificación
Tan pronto comenzaron a reportarse casos de COVID-19 en España, Civio priorizó un plan de contingencia centrado en lo personal. Antes que el gobierno impusiera las medidas de distanciamiento social, Eva Belmonte le dijo a su redacción que se preparara para trabajar desde casa, pues había padres de niños que se habían quedado sin colegio, y personas que habían trabajado en lugares como Italia, que debían aislarse tras cubrir el COVID-19.
Isabela Ponce, de GK, un proyecto que nació en Guayaquil -que hoy es el centro de la pandemia en Ecuador-, dijo que, por las experiencias de Italia y España, en su país ya se sabía que la llegada del virus sería grave, pero jamás habrían podido imaginarse cuán duro golpearía a Ecuador. Para atender las necesidades psicológicas del equipo, que en su mayoría vive en Quito, debieron tener en cuenta las características de cada persona. Por ejemplo, debían conciliar las necesidades de las madres solteras, que permanecían en casa las 24 horas del día con niños pequeños.
“Los primeros días hubo mucha incertidumbre. Yo tuve migrañas durante tres días y estuve paralizada”, dijo Ponce. Tras este shock inicial, se establecieron las estrategias para superar las presiones personales y profesionales creadas por la pandemia.
Belmonte, de Civio, dijo que su redacción de 10 personas estaba trabajando el doble del horario habitual, mientras ella dijo estar a modo casi triple. “Cuando estás cubriendo las 24 horas al día el coronavirus no paras a pensar en cómo te afecta a ti. Por ejemplo, cuando publiqué que se podía salir a pasear, pasó una semana antes que me llegara al cerebro que yo podía salir a pasear. Al final es psicológicamente duro porque vives en una realidad paralela”, dijo.
Para aliviar este problema, la redacción instauró una ronda de comentarios en el que cada uno debe decir cómo está y cómo se siente. “Esta mañana tuvimos reunión y yo tuve que decir, estoy muy cansada, no puedo más, necesito ayuda”, añadió Belmonte.
GK está haciendo reuniones que procuran reproducir las conversaciones informales que se tenían dentro de la redacción. “Nos conectamos a tal hora y solo conversamos de cualquier cosa, no para trabajar, sino para tener momentos de distensión”, dijo Ponce. También han iniciado un programa de cuidado con dos psicólogas, para tener espacios profesionales.
IRPI, de Italia, está midiendo día a día el impacto sicológico, porque un día de trabajo con las fuentes y en la calle es lo que les daba a los periodistas del equipo la energía para luego pasar tres días al frente de la computadora. “Ahora pasamos demasiado tiempo encerrados en casa y empezamos a ver que hay un peso psicológico bastante fuerte que no se ha manifestado completamente”, dijo Rubino.
Anesi, también de IRPI, añadió que el padre de un compañero de la redacción enfermó de COVID-19 y escribió sobre la experiencia. “Es difícil, empezando la epidemia en Italia, tener que trabajar desde casa y tener a tu familia lejos, enferma de COVID”, dijo Anesi: “Es una situación que nunca vamos a olvidar“.
Santiago Villa es un reportero y columnista que ha colaborado en Colombia, Sudáfrica y China para medios latinoamericanos como El Espectador, El Mercurio, La Nación, El Universo, LetrasLibres y Gatopardo.