A primera vista, el cambio climático podría parecer un tema de poco interés para los periodistas de investigación. Nuestro entendimiento sobre el calentamiento global depende de la ciencia y es un asunto tan complejo que, frecuentemente, necesitamos de expertos técnicos para que nos digan, por ejemplo, como éste agrava las inundaciones, sequías, huracanes, olas de calor, epidemias y complicaciones de la salud, la erosión costera, la disminución de las especies y otros fenómenos.
Sin embargo, el calentamiento global se está perfilando como la mayor historia del siglo XXI. Al igual que con la mayoría de los problemas ambientales, el cambio climático afecta más a algunas personas, que además tienen menos posibilidades para adaptarse a este. Generalmente son los más pobres y grupos marginados como mujeres, jóvenes y pueblos indígenas. Y aunque todos nosotros, hasta cierto punto, somos responsables por la emisión de gases de efecto invernadero que lo causan, resulta claro que hay algunos —consumidores adinerados, compañías de combustibles fósiles, industrias manufactureras y transporte pesado, empresas madereras— que emiten cantidades considerablemente mayores y que a su vez se benefician más de las actividades que contaminan.
Esto significa que el cambio climático no es únicamente un problema ambiental, sino un problema económico y de justicia social, convirtiéndose en un campo rico en el cual el periodismo investigativo puede florecer. Tratándose de temas ambientales, no solo debemos seguir el dinero, también debemos seguir la contaminación —de dónde viene, a quién beneficia y quién sufre debido a ella—.
Adicionalmente, el cambio climático que en anteriores décadas era una vaga preocupación ambiental, se ha convertido en un fenómeno global confirmado que hoy en día afecta virtualmente cada aspecto de nuestra sociedad —nuestra economía, seguridad, salud, sustento, suministro de alimentos y, sí, nuestra política—, lo que lo hace un tema aún más fértil para la investigación.
Así que aquí hay 10 rutas de investigación prometedoras (algunas de las cuales, cabe reconocer, coinciden entre sí o pueden dividirse en distintos subtemas) que los periodistas pueden explorar para encontrar qué hay detrás de lo que el editor de The New York Times sugiere que será “la historia de nuestra época”. Incluso si algunos de estos temas ya han sido cubiertos en algunos lugares, existen muchos países o regiones en el mundo donde la cobertura ha sido insuficiente.
La industria de combustibles fósiles
Como los mayores responsables de emisiones de gases invernadero, las industrias de carbón, aceite y gas son el objetivo más evidente para los reportajes investigativos. Se han realizado algunas buenas investigaciones de corporaciones de alto perfil, como la extensiva indagación de Exxon, por la cual InsideClimate News fue nombrada finalista del Premio Pulitzer. Sin embargo, existen muchas otras compañías, incluyendo algunas de las más grandes del mundo, que aún no han sido investigadas. En particular, algunas de las petroleras estatales como Saudi Aramco, Sinopec, China National Petroleum y Kuwait Petroleum, u otras firmas gigantescas como Lukoil, Total y Eni, que podrán ser empresas privadas o cotizar en bolsa, pero en muchos casos funcionan como compañías del Estado.
Sería útil saber si estas compañías o, aún más probablemente, las asociaciones comerciales a las que pertenecen están presionando para conseguir leyes, subsidios o regulaciones favorables; financiando a políticos que apoyan su industria; propagando información falsa; oponiéndose a legislaturas que combaten el cambio climático; apoyando grupos que niegan la existencia del calentamiento global; e ignorando los descubrimientos de sus propios científicos.
Estas compañías también pueden ser investigadas para comprobar si están aumentando la hipotética “burbuja de carbono”, una sobrevaloración potencial de su valor neto que podría colapsar y posiblemente desencadenar una nueva crisis financiera. A menudo, estas compañías son evaluadas en gran parte con base en sus reservas de combustibles fósiles declaradas, pero los científicos nos dicen que muchas de estas reservas tendrán que permanecer bajo tierra si queremos evitar un cambio climático de niveles catastróficos, lo cual potencialmente convertiría algunas de estas reservas en “activos bloqueados”. También está el riesgo de que algunas de estas firmas, al final, sean juzgadas como responsables del calentamiento global por los efectos de sus productos, como sucedió con el Master Settlement Agreement, en el cual las grandes compañías de tabaco estadounidenses tuvieron que pagar sanciones exorbitantes.
En general, las compañías de carbón han atraído la mayor parte de la atención de los medios —comprensiblemente, ya que el carbón es considerado el más contaminante de los combustibles fósiles—. Los oleoductos y las operaciones de fracturación también han sido objeto de mucho escrutinio debido a sus riesgos ambientales como explosiones, fugas y la contaminación de los suministros de agua.
Las compañías de gas natural, por otro lado, generalmente llaman menos la atención, en parte porque quemar gas es considerado como un combustible que genera menos gases invernadero que otros, lo que ha llevado a que la industria sugiera que este puede ser un “combustible transitorio” mientras nos movemos hacia fuentes de energía renovables. No obstante, aún queda mucho por investigar respecto a la industria de gas natural: mientras que el metano, el principal desecho de gas invernadero producido por el gas natural, no permanece en la atmósfera tanto tiempo como el dióxido de carbono, es un agente de calentamiento cuatro veces mayor. Así mismo, a pesar de que se ha encontrado que las compañías de gas natural han estado generando fugas de metano a la atmósfera mayores de lo que se creía, muchas de ellas han luchado en contra de regulaciones enfocadas en prevenir dichas fugas —un factor que podría ser relevante en cualquier país desde el cual se esté informando—.
Otras industrias contaminantes
A pesar de que la quema de combustibles fósiles merece la mayor parte de la responsabilidad por el cambio climático, existen muchas otras industrias que presentan oportunidades para más investigaciones en profundidad. Los periodistas con iniciativa pueden encontrar buenas historias investigando las cadenas de suministro de casi cualquier industria para descubrir qué procesos generan la mayor liberación de gases invernadero, pero hay algunas industrias que son particularmente relevantes:
Agricultura, ganadería y explotación forestal
La agricultura, la tala de árboles y el uso de tierras rurales generan entre un cuarto y un quinto de todas las emisiones globales que causan el cambio climático, a pesar de ello reciben considerablemente menos atención. La agricultura industrial depende en gran parte de la industria de combustibles fósiles. Se ha demostrado que la producción de fertilizante sintético, por ejemplo, genera una emisión importante de gases invernadero al quemar cantidades significativas de gas natural y después liberar más gases que atrapan el calor, generados por las bacterias del suelo. Existen técnicas agrícolas que no dañan el medio ambiente y los periodistas deberían investigar por qué no son más utilizadas, especialmente cuando es factible que la agricultura y la seguridad alimentaria pueden verse seriamente impactadas por el calentamiento global.
El impacto de la cría de ganado en el clima global muchas veces ha generado burlas, más que nada porque resulta cómico pensar que las flatulencias de las vacas puedan contribuir a la crisis global. Pero la industria láctea y de carne de vacuno genera cerca del 8.5% de las emisiones de origen humano (de hecho, los eructos de vaca son un problema aún mayor que las flatulencias, de acuerdo con la NASA). Además, muchos de los bosques tropicales que podrían ser usados como importantes “sumideros de carbono” —lugares donde el carbono se almacena en lugar de ser liberado a la atmósfera— y como hábitats críticos para la biodiversidad están siendo removidos para crear espacio para la actividad ganadera, las granjas de soya (en particular el Amazonas) y plantaciones de aceite de palma (en especial el sureste asiático).
Una de las preguntas que más a menudo hacen a los periodistas con respecto a su trabajo y al cambio climático es: ¿qué pueden hacer los individuos para solucionarlo? Los reporteros pueden contribuir a la respuesta investigando de dónde proviene nuestra comida; cómo se produce y transporta; y cómo esto contribuye a las emisiones de gases invernadero.
Transporte
Otra causa del cambio climático donde los individuos, como consumidores, pueden hacer una diferencia es al decidir qué medio de transporte utilizar. Ha sido bien documentado que el transporte aéreo y el uso individual de automóviles son los mayores contribuyentes al cambio climático. Sin embargo, hay aspectos que han recibido mucha menos atención: el impacto general de la aviación y del transporte de carga en el cambio climático y los esfuerzos realizados para regular estas industrias, por ejemplo, o el hecho de que la política de vivienda está diseñada en conjunción con la política climática, por la manera en que ésta puede afectar el transporte.
Cemento y la industria pesada
En efecto, los periodistas podrían investigar muchas industrias para descubrir el, a veces sorprendente, impacto en el cambio climático. Muy pocos sabrán, por ejemplo, que la industria cementera genera alrededor del 8% de los gases invernadero de origen humano. Si fuera un país, sería el tercer mayor emisor en el mundo. ¿Qué hay de otras industrias como el hierro, químicos, aire acondicionado o refrigerantes?
Bienes raíces y empresas de infraestructura
La industria inmobiliaria merece una mención especial aquí, no solo porque utiliza mucho concreto, o porque las políticas de vivienda tienen un impacto considerable en las opciones de transporte (y, por lo tanto, en las emisiones), sino porque los bienes raíces y otras industrias de infraestructura tienen una tremenda influencia en las políticas relacionadas con el clima, e incluso en la forma en que el gobierno informa sobre los retos del cambio climático.
El papel que juegan los intereses de las empresas de bienes raíces en ignorar el cambio climático ha recibido menor atención que la dirigida a la industria de combustibles fósiles, pero existen pocas dudas de que en estados como Carolina del Norte, Florida (en los Estados Unidos) y en otros lugares del mundo, los intereses inmobiliarios han apoyado políticas destructivas, que implican ignorar adrede modelos científicos de cambio climático al determinar sus políticas costeras.
Los periodistas deben prestar especial atención a las áreas costeras y con tendencia a las inundaciones cuando los urbanizadores —no solo las empresas de bienes raíces, también las constructoras de caminos, puentes, malecones, etc— podrían estar tentados a edificar y vender propiedades en lugares que saben que eventualmente se verán inundados. Así como una burbuja podría estarse formando en la sobrevaluación de las compañías de combustibles fósiles, el valor de los proyectos inmobiliarios costeros podría caer precipitadamente si los propietarios se dan cuenta de que no pueden proteger o asegurar sus casas de manera adecuada. Indagando más a fondo, los periodistas con iniciativa deben hablar con los planeadores regionales que se enfrentan a un dilema angustiante: ¿Cómo decidir qué aumento del nivel del mar o riesgos climáticos tomar en cuenta al generar sus reglas de zonificación?
Normativas gubernamentales y subsidios
Esto nos lleva al sector público, el cual juega un papel vital en determinar la medida en que todos nosotros, incluyendo a las compañías privadas, enfrentamos el reto del cambio climático. La mayoría de los periodistas investigativos ya deberían estar prestando atención a las formas en que intereses particulares, como los de las compañías de combustibles fósiles, influyen en políticas gubernamentales. Sin embargo, podrían no estar conscientes de todos los complejos efectos que su presión política tiene sobre el cambio climático. Por ejemplo, al aprobar las restricciones al desarrollo de energías renovables, o relajar las normativas de seguridad y de otras formas de contaminación, para hacer la producción de combustibles fósiles más barata.
Un área que por lo general no recibe suficiente atención es cómo los gobiernos aportan subsidios a industrias, particularmente las de combustibles fósiles, que generan contaminación de gases invernadero. Al menos un estudio estima que estos subsidios globales alcanzan $5 billones por año, y eso no toma en cuenta el apoyo de otras industrias contaminantes, como la ganadera. Muchos de estos subsidios son dañinos de otras maneras, también. Por ejemplo, los gobiernos a menudo apoyan sus flotas pesqueras proporcionándoles gasolina barata, lo cual daña también a las poblaciones de peces. Así que, pregúntate: ¿tu gobierno está tratando de prevenir el cambio climático o lo está empeorando?
Ayuda extranjera, inversiones y créditos de exportación
Los periodistas deben mantenerse al tanto no solo de lo que sucede en sus propios países sino de lo que sus gobiernos hacen en el extranjero. En los Estados Unidos, por ejemplo, incluso cuando las centrales de carbón están siendo cerradas, la exportación de carbón ha crecido velozmente en los últimos años. Igualmente, China planea reducir su uso de carbón en el país, pero los intereses chinos están involucrados en más de 200 proyectos de carbón alrededor del mundo. La OECD ha establecido reglas para evitar que las naciones ricas proporcionen créditos de exportación para la construcción de centrales de carbón, pero hay acusaciones de que estas normativas se están evadiendo. Así mismo, el compromiso de los bancos multilaterales de desarrollo de seguir el Acuerdo de París y de no apoyar el desarrollo sucio debe ser monitoreado.
Contaminación ilegal y reportes falsos
Incluso cuando los gobiernos establecen buenas normativas, pueden tener problemas para hacer cumplir las regulaciones y monitorear su aplicación efectiva. La mayoría de los gases invernadero son invisibles e inodoros, por lo que los contaminantes están tentados a esconder sus emisiones o proveer reportes falsos. En los últimos años, por ejemplo, hemos aprendido que algunas de las compañías automovilísticas más prestigiosas del mundo, cuando no están presionando para obtener parámetros de eficiencia de combustible menos exigentes, han instalado en sus coches software con el objetivo de engañar a los monitores respecto a cuánta contaminación están emitiendo.
Recientemente, también ha habido reportes alarmantes acerca de trampas en la emisión de sustancias que destruyen la capa de ozono, con la sospecha sobre prácticas chinas. Podemos imaginar escándalos similares surgiendo a la luz si el mundo se tomara en serio limitar la contaminación con gases invernadero. Los reglamentos para la medición, reporte y verificación (MRV) son objeto de intensa negociación y desacuerdos en las conversaciones de tratados climáticos de la ONU. La pregunta es “quién lleva la cuenta” de los gases invernadero relevantes en cualquier país que asegura haber reducido sus emisiones.
Créditos de carbono y programas de compensación
Así como las emisiones de gases invernadero deben ser monitoreadas, también deben serlo las compensaciones diseñadas para contrarrestar dichas emisiones. Las compensaciones, a veces conocidas como créditos de carbono, permiten que los contaminantes equilibren sus propias emisiones al apoyar proyectos que reducen las emisiones o almacenan carbono en otros lugares. Ya que la atmósfera es un bien global, la lógica detrás de este sistema parece impecable, pero los críticos argumentan que es intrínsecamente injusto por permitir a los ricos contaminar más. Algunos proyectos han sido llamados “ecoblanqueo”, mientras de otros se ha dicho que tienen poco impacto, o incluso que causan más daño del que solucionan. De nuevo, la pregunta es: ¿quién está contabilizando cuánto se “compensan” las emisiones? La respuesta varía de nación en nación, pero identificar al gobierno o agencia privada responsable de supervisar los créditos de carbono o compensaciones es, en muchos casos, el primer paso para determinar su legitimidad.
Impactos inesperados o no reportados
Reportar el impacto del cambio climático puede ser complicado, porque relacionar el cambio climático con, por ejemplo, eventos meteorológicos específicos es especialmente difícil. Incluso cuando la adjudicación es posible, y la ciencia que determina esta atribución está mejorando cada día, en la mayoría de los casos solo podemos determinar que un evento en particular fue agravado por el calentamiento global, no ocasionado por este.
En general, los medios han mejorado su cobertura de los impactos del cambio climático a lo largo de los años, incluso han comenzado a informar sobre efectos secundarios o repercusiones, como la migración provocada por el clima y la explotación de recursos que está causando conflictos en el Medio Oriente y en el Cuerno de África. Esto debe ser explorado en otras regiones también, como en Centroamérica. Y aún existen algunas áreas de las que se ha informado poco y que merecen más investigación —la acidificación de los océanos, por ejemplo, o los efectos del cambio climático en la salud pública— pero también ha habido casos en los que el impacto del clima se ha exagerado.
El periodista emprendedor debe investigar los muchos factores, incluyendo pero sin limitarse al cambio climático, que pueden llevar a eventos climáticos catastróficos. Por ejemplo, las condiciones que crearon los incendios forestales que arrasaron con California en los últimos años pueden haber sido agravados por el cambio climático, pero también se deben a prácticas de gestión forestal y patrones de desarrollo que han ido construyendo más casas dentro de los bosques. Las fuentes pueden incluir científicos que han estado investigando el fenómeno, y a otros —como compañías aseguradoras— que llevan un registro de los datos detrás de dichos eventos.
Pueden existir también algunos impactos inesperados. Las personas que viven lejos de las costas , por ejemplo, pueden verse afectadas, también, por la elevación del nivel del mar cuando este levante el agua subterránea bajo su tierra, potencialmente causando más inundaciones. Así mismo, en años recientes, se ha especulado que el cambio climático podría haber debilitado la corriente en chorro, lo cual posiblemente desencadenaría el vórtice polar en regiones al sur, aunque no se tiene certeza de ello.
Esto nos lleva al tema fundamental para reportear sobre el cambio climático: como es común en las ciencias, los descubrimientos de las investigaciones sobre los efectos del cambio climático siempre están enfocadas en rangos de posibilidad y probabilidad. Incluir estas incertidumbres aparentemente puede restar valor a tus afirmaciones, pero por lo general sirve para aumentar tu credibilidad. Al demostrar tu enfoque subyacente en el método científico en sí mismo, y ser franco sobre las limitaciones de la certeza científica, fortaleces tu propia credibilidad como periodista y como fuente, para el público, de información con bases científicas.
Grupos activistas y sus simpatizantes
Esta lista no estaría completa si no mencionara la necesidad de investigar a los grupos activistas que lidian con problemas climáticos, sus objetivos y de dónde consiguen su apoyo económico. El principal enfoque han sido los grupos que niegan el cambio climático y cómo operan. En Estados Unidos, estos han seguido a una larga lista de grupos financiados por industrias que buscan enturbiar los descubrimientos científicos relacionados con el medio ambiente y la salud pública, más notoriamente aquellos financiados por la industria del tabaco. Se han visto beneficiados por normativas relativamente nuevas que facilitan que se apoye con “dinero negro” a grupos sin fines de lucro.
¿Y qué hay de los grupos activistas del “otro lado”, aquellos que pelean por medidas más fuertes para combatir el cambio climático? Ahí, también, los periodistas deben exigir transparencia y deberían ser capaces de informar sobre quién está financiando sus actividades. Una diferencia importante es que los grupos de defensa del medio ambiente generalmente tienen la ciencia de su lado, cuando el 97% de los científicos han confirmado que el cambio climático es real y causado por los seres humanos, y el Panel Intergubernamental del Cambio Climático ha dejado claro que el problema se está volviendo cada vez más urgente.
¿Y qué hay de los científicos? Quienes niegan el cambio climático, los políticos y algunos expertos de los medios han declarado que ellos también están sesgados porque reciben financiamiento para realizar sus investigaciones sobre el cambio climático. Ha habido varios intentos de generar duda sobre sus acciones, fue notorio cuando los correos electrónicos privados de algunos investigadores climáticos fueron hackeados y publicados en 2009. Sin embargo, eventualmente se demostró que los investigadores no habían hecho nada fuera de lo común en el proceso científico. De hecho, las mismas preguntas que tenían unos de otros son las bases del propio método científico —un proceso que han explotado una y otra vez los interesados en perjudicar la climatología—. (Por otro lado, los responsables detrás del incidente de hackeo nunca fueron detenidos).
Monitoreo de las soluciones
La respuesta de la humanidad al cambio climático ha sido tímida hasta ahora. Pero, eventualmente, tendrá que volverse más fuerte si vamos a evitar los efectos más catastróficos del cambio climático, y eso significa que los periodistas también tienen que investigar las soluciones que se proponen para prevenir y adaptarse al cambio climático. Los proyectos de energía renovable utilizando energía solar, eólica y geotérmica se están volviendo más baratos y populares, pero como cualquier otro proyecto de infraestructura, podrían ser sujetos de corrupción y abusos.
Mientras tanto, algunos de los tipos más tradicionales de energía alternativa —principalmente grandes proyectos de energía hidroeléctrica y plantas nucleares— vienen con controversias propias y podrían, de hecho, enfrentar los intereses de los ambientalistas locales contra los partidarios globales de la acción contra el cambio climático. Solo en términos de la huella de carbono, las reservas mantenidas por las represas podrían liberar grandes cantidades de metano debido al deterioro de la vegetación submarina. Y como otros tipos de proyectos de infraestructura, construir y mantener estas instalaciones requiere muchos combustibles fósiles. En realidad, para juzgar el impacto de cualquier actividad en el clima, se requiere realizar un análisis de su ciclo de vida completo.
Algunas de las soluciones propuestas que también deben ser monitoreadas:
Biocombustibles
El desarrollo de biocombustibles —derivados de la vegetación y que por lo tanto, en teoría, consumen tanto carbono como emiten— fueron vistos alguna vez como la alternativa más prometedora a los combustibles fósiles. Sin embargo, su crecimiento se ha detenido por varias razones. Principalmente, las iniciativas de biocombustibles requieren muchas tierras y agua fresca, recursos que cada vez son más escasos, potencialmente aumentando las preocupaciones de seguridad alimentaria; y el desarrollo de biocombustibles es a menudo más caro, si se compara con la densidad de energía que dichos combustibles producen. Esto ha causado que algunos críticos consideren que el desarrollo de biocombustible es un despilfarro, más un subsidio para granjeros que una manera de prevenir el cambio climático.
El biocombustible creado con desecho orgánico (conocido también como “biogás”) es por lo general considerado una fuente de energía limpia. Y aún hay esperanza de que los biocombustibles se conviertan en una solución efectiva en el futuro, por ejemplo si se pueden derivar de restos de comida, celulosa o algas, lo cual requeriría menor uso de tierra y agua; o si se pudieran convertir en combustible para aviación, para el cual hay pocas alternativas hasta el momento. Pero, como con todas las soluciones propuestas, los periodistas deben investigar si resulta ser más revuelo que ayuda.
Extracción de carbono, captura y retención
Aumentar nuestra capacidad para almacenar carbono va a ser un componente crucial en nuestros esfuerzos por prevenir el cambio climático. Hasta ahora, esto se ha realizado principalmente tratando de plantar árboles y proteger los bosques —a veces por medio de programas de compensación como el de Reducción de Emisiones de Deforestación y Degradación (REDD+)—. Estos proyectos pueden contribuir de manera significativa a la preservación de los bosques y la regeneración de los paisajes degradados. Por otro lado, algunas veces entran en conflicto con los intereses de quienes habitan estos bosques y su relación con los esfuerzos de compensación de carbono no son claros, creando tensiones que generan abundante potencial para las investigaciones periodísticas.
Hay también otras iniciativas enfocadas en remover el carbono de las emisiones o de la atmósfera para almacenarlo o volver a utilizarlo. Muchas de estas son apoyadas o promovidas por las compañías de combustibles fósiles que están interesadas en la Captura y Retención de Carbono (CCS por sus siglas en inglés). Este proceso, que involucra la captura del CO2 emitido durante la quema de carbón u otros combustibles fósiles y guardarlo, normalmente se canaliza a instalaciones subterráneas para prevenir su liberación en la atmósfera. Estas promesas han sido clave para que las industrias afirmen estar produciendo energía “más limpia”.
A pesar de sus promesas, el CCS hasta ahora ha quedado relegado a cuestionables proyectos de demostración, básicamente porque necesita ser aplicado en una escala masiva y sigue siendo un proceso relativamente costoso. Otros esfuerzos de ingeniería enfocados en remover el carbono de la atmósfera también parecen estar principalmente en una etapa de prueba hasta ahora. De hecho, se han encontrado con el mismo problema que las iniciativas de energías renovables —descubrir quién va a pagar por ellos cuando el precio del carbono sigue siendo bajo o inexistente—.
Dicho esto, probablemente vamos a depender de la extracción y almacenamiento de carbono eventualmente, hasta cierto punto. Ya hemos gastado tanto tiempo tratando de reducir la huella de carbono global que el mundo probablemente deberá rebasar los objetivos de París, enfocados en prevenir un cambio climático catastróficos, lo que significa que bien podríamos necesitar las “emisiones negativas” que genera la extracción de carbono. Como con todos los biocombustibles, los periodistas deben prestar atención a este espacio.
Adaptación
La humanidad tiene por delante la inmensa labor de adaptarse y responder al cambio climático, y la escala parece aterradora. Una mirada profunda a toda la resiliencia, e información, que será necesaria podría ser tan larga como esta pieza. Sin embargo, hay algunos temas clave que debemos vigilar de cerca. Gran parte del enfoque en la resiliencia se centrará en el agua dulce: su disponibilidad, o su falta de ella, y su papel en las inundaciones, tormentas y sequías. Prepararse y recuperarse de los desastres climáticos más devastadores también requerirá mucha atención.
Es probable que billones de dólares sean gastados en adaptarse al cambio climático —desde la construcción de malecones hasta la restauración de salinas o humedales— y parece poco probable que todo ese dinero sea gastado de manera responsable y eficiente. Los periodistas tendrán que tener una mirada aguda en el tema, y en si los políticos y planificadores se enfrentan a decisiones como elegir si construir defensas “fuertes” o “suaves”, o si preveer para 2 pies de alza en el nivel del mar, o 5, o más.
Sin embargo, esos problemas palidecen en comparación con el costo potencial de la migración humana masiva que probablemente veremos. Solo los lugares más ricos podrán pagar para protegerse. El segundo mejor panorama para la gente que vive en peligro será un “abandono organizado”. Pero, aceptémoslo, la mayoría de las veces no estará bien organizado. Será caótico y probablemente violento. Los periodistas tendrán que prestar atención cuidadosa a quién está tomando qué decisiones respecto a qué comunidades son salvadas.
Geoingeniería
El cambio climático es, en realidad, un experimento no planeado de geoingeniería en una escala masiva, y lo humanos están realizando varios. Aún no está decidido si seremos buenos ingenieros planetarios, pero la evidencia hasta ahora no es muy prometedora. Es bastante posible que algún país, bloque, corporación u otra entidad poderosa decida un día aplicar a propósito la geoingeniería con el propósito de protegerse a sí mismo del asalto del cambio climático.
Algunos de los modelos de los que más se ha hablado incluyen distribuir aerosoles en la atmósfera o enviar persianas solares al espacio para reducir levemente la cantidad de luz solar que alcanza a la tierra. Pero estas son preocupaciones que también podrían terminar por reducir la producción agricultural, y no harían nada para prevenir la acidificación de los océanos. En estos momentos, incluso nos faltan oportunidades para hablar sobre las posibilidades, ya que hay pocos mecanismos gubernamentales para la toma de decisiones a nivel global.
Si todo esto suena descabellado, tengamos en cuenta que hace 20 años hablar sobre adaptación en los círculos ambientales era prácticamente un tema tabú, porque se percibía como una distracción del objetivo de prevenir el cambio climático en primer lugar. Esa es, más o menos, la posición que ha tomado la geoingeniería hoy en día —es considerado un “riesgo moral”— pero quién sabe qué medidas desesperadas estarán dispuestos a tomar los países si llegaran a acontecer algunas de las predicciones más graves. Los periodistas deberían querer saber al respecto y harían bien en mantener su atención en iniciativas como estas, que podrían en teoría ser desarrolladas en secreto.
Como se ha demostrado en esta larga pero lejos de exhaustiva lista de temas para la investigación periodística, el cambio climático y todas sus manifestaciones están alterando todo. Está comenzando a afectar a cada parte de nuestro planeta, desde el fondo del océano hasta la parte superior de la atmósfera, así como cada aspecto de la economía y la sociedad humanas.
Los científicos, economistas y la gente que trabaja en cercanía con la naturaleza pueden ayudar a explicar cómo estamos cambiando el mundo a nuestro alrededor. Nuestro trabajo como periodistas es explicar la ciencia e investigar las respuestas humanas —en muchos más lugares alrededor del planeta— que han hecho de esta la historia de nuestra era.
James Fahn es el Director Ejecutivo del Earth Journalism Network de Internews, miembro de GIJN. También es profesor de la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley en California, donde enseña reportería internacional sobre el medio ambiente.